Decía Gonzalo Peña, portavoz de Cambia al explicar su abstención al ‘enésimo’ plan de recuperación de la Villanueva, que el proyecto que Logroño aprobaba por la vía de urgencia para acceder a financiación europea le resultaba como un ‘huevo Kinder’, «del que se conoce el chocolate pero no sabemos la sorpresa que lleva». La sorpresa, de momento, ha sido el ‘no’ de la Secretaría de Estado de Presupuestos y Gastos del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas a un proyecto, varias veces modificado, y que no ha logrado la nota mínima exigible. Resulta que, una década después de que Siza aterrizase en Logroño para devolver la vida a la zona de las ‘siete calles’ y tras no pocas idas y venidas, todo sigue igual de moribundo en la mal llamada Judería.
Resulta que, tras dar vueltas y más vueltas sin que nadie tuviese ninguna prisa, el comienzo de todo pasaba por «ajustar» la demorada regeneración a una convocatoria para la que técnicos y políticos trabajaron contrarreloj –dejando lo justo de Siza, para más inri– y poder presentar sobre la bocina la documentación necesaria… tanto como el último día de plazo. La pregunta, llegados a este punto, es ‘y ahora, qué’. La respuesta, y no vale otra, es que no acceder a los fondos FEDER no debe servir de excusa, pues queda claro que la Villanueva es un barrio de Logroño no ya alejado de Bruselas, sino también de Madrid. El problema es de ciudad y la solución, por lo tanto, pasa por aquí. No hay sorpresa que valga… Ni ‘no’ que conforme a los vecinos.