Dicen que lo prometido es deuda y, en mi caso, dije que volvía el 17 de agosto y aquí estoy. Tras más de un mes en Asturias (Gijón), soleado pero sin llegar a sudar… ¡de vuelta a La Rioja (Logroño) con sus treinta y tantos! Como consuelo me queda que el regreso solo es momentáneo… por apenas dos semanas, siendo más precisos.
Si bien es cierto que las operaciones ‘retorno’ siempre se antojan cuesta arriba, no lo es menos que no queda otra que subirla… Y ello no solo por la subida del 7,5% de la AP-68 que nos lleva y nos trae: peaje a/desde Bilbao un ‘eurazo’ más caro, sí, pero en la barrera tienen la deferencia de informarte de que la subida es cortesía del Ministerio de Fomento.
Por lo demás, y como ya dije en su día, si algo tiene de bueno cambiar de aires, amén de oxigenarse, es comprobar cómo la asfixia extraña responde prácticamente al desaliento propio. Vamos, que los problemas de Logroño son similares a los del resto de ciudades españolas; la respuesta ciudadana a los mismos ‘ídem de lienzo’; y, mientras tanto, los gobernantes ‘erre que erre’ con sus consabidas soluciones… eso sí, todos (o casi) de fiesta.