Siempre pensé que la labor de la oposición se dividía, a partes iguales, entre el control de la acción de gobierno y la capacidad de vertebrar una alternativa constructiva a la forma de hacer las cosas de quien ocupa el sillón de mando. Las dudas me surgen cuando la oposición opta por acomodarse en su particular poltrona, esa que le hace olvidarse de sus responsabilidades (que las tiene y cuasi tan importantes como las del Gobierno).
Opiniones aparte, el hecho de que el portavoz del equipo de Gobierno municipal, Vicente Urquía, se haya visto obligado a salir a la palestra desvelando la hipocresía del Ejecutivo autonómico al criticar los planes económicos y financieros cuando el mismo Pedro Sanz se veía obligado a aprobar uno hace dos telediarios invita, amén de al debate puramente político, a reflexiones de otro calado: ¿Qué papel juega el Grupo Parlamentario Socialista en La Rioja que hace que sea el Grupo Municipal Socialista de Logroño quién le enmiende la plana al PP durante toda una legislatura?
Si el Gobierno propone y Dios dispone, lo que parece claro es que tanto en el Gobierno de La Rioja como en el Ayuntamiento de Logroño, la oposición descompone. Porque, aquí hay para todos… ¿Cómo si no puede entenderse que el Grupo Municipal Popular denuncie una campaña recaudatoria días después de que Diario LA RIOJA advierta del hecho de que el Ayuntamiento está abriendo expedientes por la instalación de parabólicas en las fachadas?
Que cada cual saque sus conclusiones pero recuerde el electorado que el 22-M, además de al mejor presidente y más idóneo alcalde, también elegimos a la oposición. Y ésta, como aquellos, también debe ser eficaz. Por su propio bien, pero sobre todo por el nuestro…