Más de un siglo le contempla, pero el paso del tiempo no entiende de respeto… así que su buen envejecimiento depende de la acción/inacción del hombre. Y es que, tras más de cien años en pie, su conservación pasa necesariamente por una reforma integral, por dentro y por fuera. Nada de una capa de pintura, un cambio de marcos o el arreglo de determinados suelos o partes de la cubierta… Los lavados de cara duran lo que duran. ¿Achaques propios de un edificio centenario que conserva muchos de sus elementos de construcción originales? Naturalmente, pero por eso es más preciso que nunca una actuación global. El transcurrir de las décadas ha ido agravando su deterioro pese al continuo parcheado, que se ha demostrado insuficiente.
Hablar del Instituto de Educación Secundaria Práxedes Mateo Sagasta es hacerlo de mucho más que un IES al uso… es hablar del instituto con mayúsculas de Logroño, de la institución de enseñanza por excelencia de la capital de La Rioja. Donde, solo por descubrir uno de sus tesoros, escondido tras la puerta de uno de los viejos laboratorios cuelga un manuscrito de todo un Nobel de Medicina como Ramón y Cajal. Sin embargo, su estado dista mucho del que se le presupone a un bien de tales características. Tan histórico espacio, el mismo que de haber estado en otra ciudad sería exhibido con orgullo como la joya de la corona que es, lanza su particular SOS a quien quiera oírle y salir en su auxilio ante la inoperancia y la desidia de las Administraciones. La crisis se cruzó en su prometida reforma integral dirán algunos, pero… ¿acaso no hubo tiempo (y dinero) suficiente en la era de la burbuja? Viendo cómo Logroño le retira su mirada al Sagasta uno llega a entender muchos de los atentados patrimoniales cometidos en esta ciudad… o mejor dicho, no entiende nada.