Voluntarios riojanos limpiando el chapapote del ‘Prestige’ de la costa de Muxía (La Coruña) en el 2002.
«¿Qué quieres que te diga? Era de esperar porque aquí nunca pasa nada». Las palabras de Roberto Benito, uno de los coordinadores del voluntariado que desde La Rioja se desplazó hasta Galicia entre finales del 2002 y principios del 2003, ejemplifican el sentir general de los alrededor de 2.000 riojanos que limpiaron chapapote del ‘Prestige’ a pie de costa.
Benito, a través del entonces Colectivo Ecologista Riojano, hoy Amigos de La Tierra de La Rioja, no paró de ir y venir desde Logroño y otros puntos de la comunidad a Muxía (La Coruña) para 11 años después y a más de 700 kilómetros del petrolero monocasco de Liberia, que operaba bajo bandera de Bahamas, recibir la sentencia esperada. «Nos tienen curados de espanto… incluida la Justicia: aquí nadie paga por nada».
Que la mayor catástrofe medioambiental del país no sea responsabilidad de nadie según la Justicia no ha pasado desapercibido para quienes hace ya más de una década hicieron la mochila sin pensárselo dos veces y, manos a la obra, ayudar en lo que se pudiese. Una sentencia que, casi cuando nadie se acordaba, ha servido para que de aquel ‘Nunca Máis’ se haya pasado a mucha más decepción…
Nadie de los que participaron olvidan lo vivido y el absolutorio fallo de la Audiencia Provincial de La Coruña les ha hecho recordar vivencias y experiencias de cuando todo un pueblo les acogió con los brazos abiertos y con el que aún se mantienen lazos. «Contacto, si bien hubo al principio, se ha ido perdiendo al ser gente mayor… pero el cariño sigue intacto», asegura Benito.
«Que todo el mundo se haya ido de rositas no ha sido una sorpresa para nadie, sobre todo porque, ya de por sí, que se hayan tardado 11 años para juzgar lo sucedido da muestras de que esto es una vergüenza continua», añade David Pinillos, un veinteañero en aquel entonces y que hoy parece desmitificar todo aquello al asegurar que, entre el voluntariado, «no faltaba quien se subía al autobús con la única intención de pasárselo bien».
Con sus luces y sus sombras, lo cierto es que la movilización sorprendió primero a Galicia y luego a toda España, y hoy sus protagonistas afirman no arrepentirse de nada y volver a repetirlo si hiciese falta. «No debemos olvidar que sigue habiendo barcos en la misma situación y que podría volver a ocurrir en cualquier momento», sentencia Benito, quien desde el movimiento ecologista recuerda todo como «una unión de fuerzas para echar una mano a la sociedad gallega y al medio ambiente». «Yo veía las imágenes y se me caía el alma a los pies… No tuve ni que pensármelo», rememora Pinillos. «No recuerdo que en mi vida me hayan dado más besos ni abrazos que en Muxía», concluye aún emocionado.
P. D.
Extracto de la información publicada en Diario LA RIOJA y Kiosko y Más.