La desdicha de los inquilinos de Gran Vía 25 parece no tener fin: La trágica explosión, la dramática desaparición de hasta cuatro de sus inquilinos, la amarga recuperación de sus pocas pertenencias…
Ahora, cinco meses después, viene a confirmarse una vez más que las desgracias nunca vienen solas y que si algo va mal aún puede ir peor… justo cuando la familia Videla Saa descansa en paz y el resto de sus vecinos, tras nacer de nuevo, intenta ‘reconstruir’ su vida…
Ayuntamiento de Logroño y propietarios del inmueble siniestrado se verán obligados a emprender las acciones judiciales oportunas contra las compañías aseguradoras para que se hagan cargo de los 600.000 euros del derribo…
¿El motivo? Los seguros han dicho no, no y no. Dicho de otro modo, que serán los tribunales los que decidan quién deberá pagar la factura de la demolición ante su negativa a hacerse cargo de todo lo que siguió a aquel 22 de mayo de infausto recuerdo.
No es cuestión de frivolizar, pero lo cierto es que con los seguros ya se sabe, funcionan con una única excepción: cuando realmente los necesitas. Mientras no haya partes y pagues tus cuotas dentro de plazo no ha lugar al desacuerdo…
Ya se lo advertí a un amigo que no compartía mi opinión. “Que no, querido Campos, que el mío me cubre de todo: si me araña el gato me financian una operación de cirugía estética y si me deja la parienta me ayudan a buscar otra de mucho mejor ver”.
No tuve tiempo de convencerle, pues apenas pasó una semana para que me diese la razón: justo lo que tardó en llegarme lloriqueando con la cara rasguñada y diciéndome que la mujer se le había ido con otro y que si podía quedarse en mi casa.