24 horas después de la polvareda levantada por la acción ciudadana que este fin de semana decidía tomarse la Ley de Memoria por su mano procediendo a renombrar cuatro de las calles logroñesas dedicadas al Franquismo y a algunos de sus protagonistas, Diario LA RIOJA publicaba en su edición dominical la historia de Bernabé Sáez Santacruz, miembro de una familia natural de Santo Domingo de la Calzada marcada de por vida por la Guerra Civil.
Digo de por vida porque mientras uno no sepa qué fue de sus seres queridos ni dónde yacen sus cuerpos, el derecho a velar de los vivos y el de descansar en paz de los muertos se antoja difícil… Pero si a ello le unes que la memoria de los causantes de tu desgracia es honrada con sus nombres en una placa, sencillamente, se convierte en imposible.
Pese al inmovilismo de nuestros gobernantes, parece claro que parte de sus gobernados sí que consideran necesaria la aplicación de la Ley de Memoria Histórica y de manera más o menos activa van dando toques de atención a las administraciones para que cumplan con lo legislado.
Ese es precisamente el objetivo del de Santo Domingo y, lógicamente, de quienes en Logroño salieron a la calle escalera sobre el hombro. La única diferencia es que mientras en el caso de Bernabé (y lamentablemente) dar respuesta a su reivindicación podría resultar complicado, el asunto de cambiar el nombre a las calles franquistas de Logroño únicamente sería cuestión de cierta voluntad y de un… pleno extraordinario
Con todo ello, la pregunta está en el aire y no admitirá dilatar más su respuesta… ¿Se dará el equipo de Gobierno municipal PSOE-PR por aludido?