Todo empezó como un meandro de dudas en la calle Laurel y ha terminado en una ‘monumental’ crecida de perplejidad en la calle San Juan. Definitivamente, el proyecto de adecuación y mejora del entorno de la turística zona de vinos y pinchos de la capital regional ha tenido poco de adecuación y aún menos de mejora.
La que se anunció como la mayor renovación estética de su historia ha resultado ser un bluff. Un bluff, eso sí, de más de 187.000 euros… 31 millones de las antiguas pesetas, que se dice pronto. No lo digo yo, basta pasarse y poner la oreja. Y digo la oreja porque no hay vista que aguante semejante ‘chapa’ en el adoquinado. Dicen que sobre gustos no hay nada escrito y nadie va a cuestionarse ahora que todo es opinable, ahora bien, las obras no han provocado la indigestión de los logroñeses por más feas o menos bonitas, sino por la ejecución en sí de los elementos previstos.
Placas de hierro y acero con motivos representativos y leyendas escritas convertidas en auténticos jeroglíficos gracias al uso y abuso de la radial… Dibujos que no se ven y mensajes que no se leen por obra y gracia de un trabajo ‘poco fino’ por no hablar ya de faltas de ortografía incluso errores en la información que se ofrece en los mismos. ‘Chapas’, sí, pero ‘chapuzas’ también. Y de las gordas. Solo así puede entenderse que quienes las ven por vez primera piensen que han estado ahí toda la vida cuando apenas llevan unas semanas. ¡Y que no me digan que el óxido que ya empieza a acumularse en algunas de ellas también estaba en el contrato!
Un contrato que adjudicó el anterior equipo de Gobierno pero que toca recepcionar y liquidar al de ahora… Liquidar facturas o liquidar al autor de semejante desaguisado, esa es la cuestión.
P.D.
Supuesta ‘indicación’ de la calle Laurel (si es que alguien es capaz de ver algo) y enlace a la ‘fotogalería’ de Alfredo Iglesias que sirve de testimonio gráfico a las ‘chapas’, a la ‘chapuza’ y a los ‘chapones’…