Son como críos… Sí, sí, como lo oyen, como párvulos… ¡que digo párvulos, niñatos malcriados en el mejor de los casos! ¿Que por quién? Por nosotros, por usted y por mí para que nos entendamos, que al fin y al cabo somos quienes en última instancia se lo consentimos. Supongo que ya lo habrán adivinado, pero por si no lo han hecho yo se lo digo: hablo de los políticos, y concretamente de los que los periodistas nos vemos obligados a seguir cada día.
Abreviando: Pedro Sanz y Cuca Gamarra piden la dimisión de Vicente Urquía por su mala gestión económica al frente del Ayuntamiento de Logroño; Vicente Urquía pide la dimisión de Pedro Sanz por su aún peor labor con los números desde la presidencia del Gobierno de La Rioja; Javier Merino pide la dimisión de Vicente Urquía por mentir respecto a las cifras de una y otra Administración; y Vicente Urquía devuelve la petición de dimisión a Javier Merino en un intento de cerrar tan irrisorio y vergonzante círculo que en apenas unas hora se salda con un cruce de dimisiones sin precedentes que hace que el ‘que no, que no, que no nos representan’ adquiera su máximo sentido.
Demencial, sí. De locos, vamos… Y de gente que se cree por encima del bien y del mal también. De quienes convocan con la seguridad de asistencia para decir lo primero que se les pasa por la cabeza. ¿Acaso se están riendo de nosotros? A mí, al menos, no me parece de recibo… Conmigo que no cuenten. Yo necesito soluciones, no que me creen más problemas. Que si pido la dimisión de tal, que si pido la dimisión de cual… ¿Y no hay posibilidades reales de que dimitan todos? Lo dicho: que no, que no…