Si hay una diferencia clara entre oír y escuchar esa es la intencionalidad. Escuchar es algo que se hace intencionadamente, mientras que oír sucede independientemente de nuestra voluntad. De su voluntad en el caso que hoy nos ocupa.
El 15-M, con notables réplicas en La Rioja tanto el 19-J como el 15-O, se ha hecho oír, eso nadie lo pone en duda… ahora bien, que le hayan escuchado es otra cosa. Las movilizaciones, con un destinatario claro, han generado ruido, mucho ruido…, el suficiente como para haber puesto en alerta la oreja.
Sin embargo, mucho me temo que políticos y banqueros sigan empeñados en no salir a la calle y, si lo hacen, asegurarse antes un par de orejeras o un ídem de tapones. El problema es que me preocupa más viniendo de los primeros que de los segundos.
Solo así se entiende que, por citar un ejemplo, los grupos municipales con representación en el Ayuntamiento de Logroño aún no se hayan dignado a referirse a un movimiento reivindicativo que, hasta la fecha, ha sido capaz de sacar a la vía pública logroñesa a gentes de distinto color y signo en pro de una misma idea, el hartazgo ante quienes nos gobiernan, como nunca antes nada ni nadie había logrado.
Oyen pero no escuchan… ni hablan de ello. Y no vale decir que no se les pregunta. La Administración municipal tiene más facilidades, ya de por sí, para estar cerca de la ciudadanía, para escucharla y para trabajar en equipo con ella, sea individualmente, sea con las distintas asociaciones, con los movimientos vecinales o con los demás agentes sociales (y no solo los oficiales). Y eso, que sería un buen comienzo, lamentablemente no está pasando.