Se llama Rhynchophorus ferrugineus Olivier y es vecino de Logroño desde el pasado octubre, justo cuando llegó a la capital de La Rioja se cree que desde la vecina Aragón. Vive en una palmera de la esquina de Padre Claret con Obispo Rubio Montiel, una de las esquinas de la plaza Joaquín Elizalde… mejor dicho, la ocupa.
Nada más enterarse de su presencia, los servicios municipales encargados del mantenimiento de parques y jardines corrieron a brindarle la más cálida de las bienvenidas: la que dos insecticidas de manera conjunta cada 45 días durante su período de actividad son capaces de proporcionar y que han resultado la mar de divertidas en otras ciudades.