Ocho años han tardado y hasta tres corporaciones municipales han visto desfilar por el Ayuntamiento los vecinos (y no vecinos) de Cascajos para poder tener abierta la conexión entre Lope de Vega y avenida de Madrid, la misma que todo apunta a que será clave en la descongestión del tráfico en el barrio. “Ya iba siendo hora”, dicen conscientes de que lo de antes no solo no era de recibo, sino que además obedecía a una mala planificación urbana.
No ocho, pero si alguno, llevan los vecinos de Los Lirios clamando por una solución que vendría en forma de pasarela peatonal elevada para transitar entre la avenida de Zaragoza y la avenida de la Paz sin el riesgo que entraña cruzar a pie por los pasos de cebra de la rotonda del Berceo. ¿Mala planificación también? Pues hombre, teniendo en cuenta que la ciudad ha ido creciendo por aquí y por allá según el PGM a nadie se le escapa que a la par que las casas se deben construir los servicios básicos y, entre ellos, las comunicaciones y accesos necesarios para poder salir y entrar sin jugarte el pellejo.
Y es que si en el primero de los casos la obra era necesaria por cuestiones de viabilidad o transitabilidad del tráfico rodado, en el segundo de ellos, las mismas razones aunque con especial incidencia sobre el tráfico peatonal hacen urgente la intervención, pues el esperar ocho años podría conllevar unas cifras de siniestralidad intolerables. “Ya ha habido muertos”, dicen los vecinos. “¿Hay que esperar a que haya alguno más?”, se preguntan.
Si hay rotondas que las carga el diablo, la del centro comercial en cuestión celebra a diario un aquelarre en el que se invoca al príncipe de las tinieblas por parte de conductores y peatones con las administraciones asistiendo de brazos cruzados a tan macabra ceremonia. A la espera del veredicto del Defensor del Pueblo y de la claridad que ha supuesto para los vecinos tanto de Los Lirios como de Varea la admisión a trámite de su queja: ¿quién será el primero en aportar un rayo de luz?