Como todo buen ‘inocente, inocente’ soy de los que aún piensan que determinados servicios públicos no tienen ideología (no debería tenerla ninguno, pero es que de ‘inocente, inocente’ a ‘tonto’ todavía hay un trecho). Uno de ellos, que es el que esta Semana Santa nos ha ocupado, sería el transporte urbano, ese que en ciudades como Logroño ha ido adquiriendo forma a golpe de plan director, es decir, aumentando líneas, recorridos y autobuses, haciendo que a día de hoy el mismo, pese a sus ‘peros’ y aspectos susceptibles de mejora, que haberlos, haylos, sea motivo de orgullo para la capital de La Rioja y ‘santo y seña’ de la ciudad por encima de corporaciones y por supuesto de siglas.
Dicho de otra manera: el transporte urbano, y aunque lo parezca no me he caído de ningún guindo, debería ser patrimonio de todos. Y es que con la no ideologización del autobús urbano todo serían ventajas y más en tiempos tan ‘bipolares’ como los actuales. Me explico: nadie se hubiese parado a pensar si el PSOE crea una nueva línea a La Portalada no solo para dar cobertura a los trabajadores del polígono sino a una asociación como Asprodema o si el PP habilita tal o cual parada para dar servicio a centros como el Alcaste o Salesianos, pues seguro que ambas decisiones fueron motivadas por cuestiones de necesidad por encima de todo…
El caso es que las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fuesen y en esas estamos… cada cual arrimando el ascua a su sardina. Parafraseando aquel famoso anuncio del Cucal de Cruz Verde y salvando las distancias, el transporte urbano de Logroño nace, crece, se reproduce y, ahora, tantos años después, hay quien empieza a pensar que se nos muere.
Muchos han sido los adjetivos que he oído sobre los autobuses de línea desde que soy un logronés más: que si barato, que si social, que si cómodo, que si seguro, que si accesible, que si moderno, que si de calidad y, desde esta misma semana, que si inasumible. Sigue siendo el mismo transporte urbano de Logroño, el mismo que año tras año ha ido ganando en prestaciones, viajeros y, por ende, en valoración.
Una valoración que, no nos engañemos, se ha visto condicionada precisamente por el precio del servicio. Ese que en el 2011 le llevó a situarse como el tercero más barato del conjunto de capitales de España, solo por debajo de Zamora y Palencia. Ese que, todo hay que decirlo, ha visto como la brecha entre gastos e ingresos ha ido creciendo imparable desde el 2006 y que, en plena semana de Pasión, ha llevado al PP a mencionar la soga en casa del ahorcado. Ya saben: lo de inasumible.
Supongo que los cálculos que llevaron a Sáinz Yangüela a tal conclusión son los siguientes: teniendo en cuenta que el desajuste entre gastos e ingresos acumulado desde el 2009 es de 1,4 millones de euros y que lo presupuestado para 2012 se queda en solo 2,1 millones, saldada la deuda con Autobuses Jiménez (que los populares achacan a socialistas y regionalistas) solo restarían 700.000 euros de subvención para cubrir un desequilibrio que ya en el 2011 se elevó a los 2,7 millones y que con el combustible por las nubes podría incrementarse incluso más, algo que según he podido saber da por hecho el actual equipo de Gobierno.
Supongo que serán esos más de dos millones de euros los que han llevado al responsable de Movilidad no se si de manera muy responsable a pronunciar la palabra “inasumible” disparando todo tipo de rumores que, mientras nadie con voz y voto les ponga freno, se cierran (como los diez mandamientos) en dos: descenso de autobuses y frecuencias y subida de precios.
De momento, y a la espera de que mañana comparezca el citado Yangüela para detallar algo más sobre las “medidas correctoras urgentes” anunciadas (las mismas que lo han desencadenado todo y por la que les emplazo a un próximo post cuyo título ya les adelanto: La Pascua del transporte urbano), ha sido la propia alcaldesa, Cuca Gamarra, quien en una entrevista en Europa Press ha adelantado que el metropolitano asumirá las líneas urbanas de La Portalada y La Grajera. ¿Y con eso ya vuelve a ser asumible?, cabría preguntarse.
Asumible, inasumible, asumible, inasumible… ¿Asumible que con un aeropuerto sin aviones, una ‘megaestación’ sin trenes y un metropolitano con autobuses pero sin viajeros, el único transporte público que funciona sea considerado inasumible? Eso si que, hasta que no se demuestre lo contrario, es inasumible. Haya que hacer frente a dos, tres o cuatro millones de euros, tratándose como se trata de un servicio público desideologizado, motivo de orgullo para la capital de La Rioja y ‘santo y seña’ de la ciudad por encima de corporaciones y por supuesto de siglas.
Y no, no me he caído de un guindo.