Negociar es lo que se hacía antiguamente en los mercados intercambiándose cosas por cosas, cosas por servicios y servicios por servicios. Actualmente se cambian cosas y servicios por dinero.
Todo lo que es susceptible de cambio en el mercado es una mercancía o mercadería. Quien va al mercado busca satisfacer una necesidad para mayor comodidad de su vida. Por ello los anglosajones usan en vez de mercancía la palabra commodity para todo lo que es susceptible de cambio, ya sean cosas o servicios. De ahí que les sonará el mercado de las commodities.
El valor es siempre un juicio de apreciación. Una cosa tiene valor si se la quiere o desea y en tanto se la quiere y desea. La teoría económica de que una cosa tiene más valor cuanto más escasea, no es del todo cierta. Por ejemplo, hoy escasean los televisores en blanco y negro o los vídeos beta, pero no por ello su valor aumenta. Puede suceder, como en estos casos, que algo escasee y sin embargo no tenga valor porque nadie lo quiera. Ahí entra en escena el concepto que el economista Faustino Ballve denominó «valor en uso».
¿Y el precio? La oferta y la demanda es el mecanismo del mercado que fija los precios. Éstos se fijan por la competencia de los mercados y de los compradores. El comercio libre es la soberanía del consumidor. Nada tiene valor en sí, el valor se lo da el consumidor al comprar y el precio en dinero no es la medida del valor sino solo su expresión.
Es un error creer que el que compra una cosa quiere dar por ella un equivalente. En el mercado, tanto el comprador como el vendedor están convencidos que dan menos que lo que obtienen. Si no fuera así cada uno de ellos se quedaría con lo que ya tiene. Este análisis, no por evidente deja de ser curioso. Y es que en TODA transacción de compra-venta las dos partes implicadas piensan que lo que ellos dan es siempre inferior a lo que reciben. Me explico, si el individuo A vende una moto al individuo B por 1.000 euros, éste, el individuo B, piensa y está convencido que los 1000 euros que ha dado son de menor valor que la moto que ha adquirido. Por otro lado el individuo A piensa y también está convencido que lo que ha dado, la moto, es de menor valor que los 1000 euros que ha recibido a cambio. ¿Valor, precio?
Realmente ¿cuánto valen las cosas? Lo que cada uno esté dispuesto a pagar por ellas. Si el mercado es libre el precio lo marcará la oferta y la demanda: tú pides y yo ofrezco. Estamos en la soberanía del consumidor. Pero si el mercado se manipula entramos en la dictadura del productor: tú pides y yo trago.
Como dicen nuestros clásicos: solo el necio confunde valor con precio.
Martín Torres Gavíria
Miembro de European Financial Planning Association España
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