La renta variable es la inversión donde se desconoce de antemano qué rentabilidad vamos a obtener. Esa rentabilidad puede ser positiva e incluso negativa y perder parte del capital invertido. Los activos más significativos de la renta variable son: acciones, bonos y obligaciones convertibles.
En la renta fija tenemos bajo riesgo, pero baja rentabilidad. En la renta variable, lo contrario, alto riesgo y posibilidad de alta rentabilidad. Lo ideal es la diversificación, invertir un poco en todo para amortiguar pérdidas y mediar rentabilidades. El porcentaje a invertir en renta fija o variable la determina nuestro perfil inversor, es decir, nuestra aversión al riesgo. Ya definimos las tres categorías (conservador, moderado o arriesgado) y con ellas la asunción de mayor o menor riesgo.
Los clientes y amigos siempre se jactan y nos cuentan cuando ganan en bolsa, pero nunca cuando pierden. Oirán, pero no se fíen, de ‘métodos’ para jugar y ganar en bolsa. De ser ciertos, nadie los compartiría. Es incuestionable que hay personas que hacen grandes fortunas en la Bolsa, pero hay muchas, demasiadas, variables en ello. La principal: la información privilegiada. Pero la intuición, el método o la suerte son variables con escasas posibilidades. Yo les podría hablar de bandas de Bollinder, oscilador Estocástico, Relative Strength Index, Head &Shoulders, Double Top y Double Bottom, triángulos, canal, resistencia, soporte, et. Todos métodos que nos indican cuándo comprar y cuándo vender. Si fuesen infalibles yo estaría ahora en una hamaca en una isla paradisiaca, por supuesto mía, con una copa de Rioja en una mano y una buena novela titulada Aish en la otra.
El mercado bursátil es bueno y necesario para nuestra economía, pero con cautela. Al comprar una acción estamos comprando una participación de la empresa a la que pertenece esa acción. Pasamos a ser accionistas de esa empresa, propietarios de ella en la medida de las acciones que poseamos. Y con esa acción podemos obtener rentabilidad por dos vías:
– Precio: la diferencia entre la compra y la venta. Aquí es donde podemos ganar o perder.
– Dividendo: Si la empresa obtiene beneficios los repartirá entre los accionistas y nos corresponderá en función de las acciones que tengamos.
Solo dos sugerencias para invertir en bolsa:
– Invertir solo aquella parte del ahorro que no lo vayamos a necesitar. Así evitaremos, que por necesidad, tengamos que vender acciones a un precio inferior al adquirido.
– Comprar valores seguros, estables y sólidos. Generalmente dan buenos dividendos y los podemos utilizar como valores refugio y aprovecharnos de una rentabilidad a veces superior a la del mercado de renta fija.
No es tan mala la renta variable, si al menos siguen estas dos sugerencias que les acabo de exponer. Una muestra de su bondad es que desde 1991 hasta el 2014 la rentabilidad media acumulada de la bolsa española ha sido del 10%. Esto no lo supera la renta fija. Los sustos tampoco. Para finalizar, una recomendación para inversores de bolsa a la hora de vender: el último euro que se lo gane otro.
Martín Torres Gavíria
Miembro de European Financial Planning Association España
finanzas@larioja.com