La respuesta a la pregunta del título es la misma que las de estas otras preguntas: ¿Tiene la abogacía ética? ¿Tiene el periodismo ética? ¿Tiene la medicina ética? ¿Tiene el clero ética? En definitiva, los ciudadanos ¿actuamos con ética? La respuesta sería: pues hay de todo en la viña del Señor.
Antes de seguir sepamos qué es ética. Es una palabra que viene del griego (ethikos) –¡qué ironía, en estos tiempos!– y que significa «carácter» (vamos bien, Varoufakis).
Dejemos el origen, que lo vamos a estropear más, y vayamos a su concepto. Es una declaración moral que define respecto a una acción o decisión lo que está bien o mal. Y aquí es donde radica el problema. ¿Quién decide lo que está bien o lo que está mal? ¿Desde qué punto de vista analizamos la acción o decisión tomada? Pues desde el punto de vista del sistema bancario, yo lo tengo muy claro: desde el legítimo interés de los clientes.
El asesoramiento financiero ético se debe desarrollar con criterios de profesionalidad, veracidad, prudencia y justicia. Para ello, el asesor financiero debe estar debidamente formado, saber y conocer los productos que comercializa a sus clientes y asegurarse de que estos saben dónde invierten sus ahorros.
En la comunicación con el cliente debe prevalecer el principio de veracidad, especialmente en la información relevante. Debe guardar secreto profesional de aquellos asuntos, que por su naturaleza, deben considerarse confidenciales. Y no debe usar la información obtenida con clientes, empresas, entidades o instituciones como tráfico de información privilegiada, ya que puede influir de modo apreciable en la cotización de valores negociables.
Si una entidad financiera quiere permanecer en el tiempo, no solo debe pensar en la cuenta de resultados a corto plazo, sino a largo. Y para ello nada mejor que una política de empresa de ‘ética bancaria’. La ética bancaria bien aplicada a los clientes genera confianza, credibilidad y le da calidad a la relación entidad-cliente. Esa confianza generada se transforma en vinculación, pero no en una vinculación pasajera sino en sólida. Y ¡qué más quiere una entidad financiera que tener clientes vinculados! Es su razón de ser, de existir y persistir en el tiempo.
Lo digo siempre, la ética es rentable. Pero no seamos impacientes, no a corto plazo. Hay que sembrar, cuidar el cultivo y ser pacientes para cosechar a su debido tiempo. Las prisas son malas consejeras y hoy en día se piden resultados inmediatos. Eso no es bueno.
Esta idea que describo como ética=confianza=vinculación, se puede aplicar a cualquier concepto de la vida, empresa, profesional, y…. ¿a los políticos?
En todos los ámbitos hay que buscar la excelencia en ética. La ética no debe de ser el fin del negocio, pero sí la forma de hacer negocio.
Recordando el origen griego de la palabra me viene a la mente el refrán: no es lo mismo predicar que dar trigo.
Martín Torres Gavíria
Miembro de European Financial Planning Association España
finanzas@larioja.com