El título de este artículo es un mal plagio de la película de Sydney Pollack ‘Danzad, danzad, malditos’ en la que gente desesperada de todo tipo y condición, atrapada en la Gran Depresión americana, se apunta a un maratón de baile con la esperanza de ganar un premio miserable que les permita cenar caliente y dormir bajo un techo.
Mucho se habla de la quiebra del sistema de pensiones y siempre hay quien sale a decir que las pensiones están aseguradas por ley. No lo discuto, puede que estén aseguradas por ley. Pero lo que no está asegurado es el importe.
Nuestro sistema de pensiones actual es un sistema de reparto. Lo que quiere decir que los pensionistas cobran de lo que pagan los trabajadores y por una regla de proporcionalidad simple si cada día hay más pensionistas (incremento de la esperanza de vida) y menos gente trabajando (crisis e inversión de la pirámide de población) cada día habrá menos dinero para las pensiones. Habrá pensiones, seguro, pero ¿de cuánto?
Por tanto, hay que hacer caso de los buenos consejos y para complementar esa miseria que nos van a dar preveamos nuestro futuro. Hay productos en el mercado financiero como planes de pensiones o planes de ahorro, pero podemos ampliar el horizonte e incrementarlo con otro tipo de bienes que podamos hacerlos líquidos en función de nuestras necesidades como vivienda, acciones, oro, etc.
Curioso que nadie hable de la solución. Y es porque no hay voluntad de ello. La solución está en modificar el sistema de reparto por el de capitalización. Es decir, lo que a usted se le quita todos los meses, se guarda en una hucha con su nombre y se le va acumulando un capital más una rentabilidad. Cuando llegue a la edad de jubilación no tiene que depender de nadie, usted cobra lo suyo. Y créame que sería muy superior a lo que le puedan dar en el actual sistema. El problema es cómo pasar de un sistema a otro. Hay dos soluciones. Una, de la noche a la mañana y a cargo de impuestos. Es fuerte, pero sería factible. Dos, la más racional y sin tanto coste fiscal, de una forma progresiva. Repartir la cuota del trabajador, una parte para mantener el sistema de reparto y la otra para su propia capitalización y de una forma progresiva ir disminuyendo una en beneficio de la otra.
Sería lento, pero seguro. Pues bien, como nada de esto va a ocurrir porque los responsables de hacerlo siempre trabajan a corto plazo, me veo junto a usted danzando como malditos en la maratón de la jubilación con la esperanza de llegar a conseguir una pensión de escasa subsistencia que nos permita cenar caliente y dormir bajo techo.
Como dice nuestro viejo saber popular: política y pancismo, todo es lo mismo.
Martín Torres Gavíria
Miembro de European Financial Planning Association España
finanzas@larioja.com