Metro Exodus: La radiación rusa
Metro Exodus completa la trilogía basada en las novelas de Dmitry Glukhovsky, en una Rusia devastada por el horror nuclear
Metro Exodus 4A games
Plataforma PlayStation 4, Xbox One y PC
¿Cuándo? Desde el 15 de febrero
Seguramente no nos desviaríamos demasiado de la realidad si afirmásemos que la Humanidad ha estado, al menos un par de veces, cerca del apocalipsis, de algo cercano a una guerra nuclear total. Esta situación, el legado político y violento del siglo XX, el desastre de Chernobyl o el colapso de la URSS son algunos de los hechos que sirvieron de inspiración a Dmitry Glukhovsky para iniciar la trilogía ‘Metro 2033’, ‘Metro 2034’ y ‘Metro 2035’.
Glukhovsky plantea un futuro postapocalíptico, devastado por el terror de una guerra nuclear, personificado, en este caso, en una ciudad de Moscú, en la que los supervivientes se han visto obligados a vivir bajo tierra para protegerse de la radiación. Claro que, puestos a vivir en un subterráneo, que mejor que refugiarse en un metro como el de Moscú que, en este caso, goza de algunas de las estaciones más hermosas del planeta. Sin embargo, la falta de recursos y la toxicidad del mundo exterior, convierten la estancia de los moscovitas en su amado suburbano en lo más parecido a un infierno.
En esta tercera entrega, Artyom, al que manejará el jugador, no se resigna a vivir bajo tierra el resto de sus días, entre otras cosas, porque ha escuchado pequeñas señales de radio en medio de las interminables interferencias que emite el desolado mundo exterior. Una vez desentrañado el misterio inicial, la narración adquiere una mayor velocidad y Artyom y el resto de personajes dejarán atrás la cárcel subterránea para conocer la superficie de una Rusia arrasada por la guerra y por la devastación nuclear.
El tren militarizado ‘Aurora’ será refugio, transporte, principio y final de las expediciones, dentro de una narrativa que, por fin, aportará unas pequeñas dosis de libertad al jugador mientras cumple las distintas misiones.
Si bien ‘Metro Exodus’ sigue siendo un ‘shooter’ en primera persona, este tercer capítulo destaca por la solidez con la que el título mezcla géneros dentro de una narrativa muy eficaz, con un interés claramente ascendente hasta el magnífico final.
Mezcla de géneros
Sin duda, el viaje de Artyom contará con elementos propios del género del terror de supervivencia, en túneles y pasajes oscuros infectados de criaturas afectadas por la radiación. Asimismo, la limitada munición disponible (balas, granadas…) obliga, en muchos casos, a tirar de tácticas de sigilo e infiltración para hacer frente a un mayor número de enemigos.
Con todo, esta tercera entrega apuesta por dar más protagonismo a la superficie, de los escenarios bañados por un sol que los protagonistas creían que no iban a volver y por una narración algo menos lineal que en las dos anteriores entregas. Incluso el ciclo día-noche está magníficamente conseguido, con sus pros y sus contras, a la hora de completar las misiones, principales y secundarias, disponibles en el mundo abierto que plantea, como novedad, ‘Metro Exodus’.
No en vano, y en comparación con las dos anteriores entregas, desaparece el perpetuo ambiente opresivo subterráneo, lleno de discursos ideológicos y panfletos políticos, para dar espacio a la esperanza y al individualismo que transmiten cada uno de los personajes que acompañan a Artyom y a su mujer, Anna.
De hecho, habrá oportunidades de sobra para conocer más en profundidad a aquellos que comparten el ‘Aurora’, gracias a diálogos (fantástico el doblaje el castellano), anécdotas, momentos de descanso y, por supuesto, a los inusuales peligros que poblan la estepa rusa postapocalíptica.