Tercera jornada. Athletic-UDL , 1-0
Bien sea por el cambio de horario, porque el cansancio, quizá más psicológico que físico, salió a flote o porque simplemente tocaba. La Unión Deportiva Logroñés no conocía la derrota; el Athletic no sabía lo que era la victoria. Se intercambiaron los papeles. No parece extraño. Después de tres jornadas, el grupo II aventura una enorme igualdad. Nadie ha ganado los tres partidos que ha disputado y sólo dos equipos, Mirandés y Alavés (colíderes) no han sucumbido.
La UD Logroñés perdió porque no jugó bien. Reaparecieron las indecisiones defensivas, los apuros, en especial por una banda izquierda que en este inicio de campaña no ofrece el rendimiento de la derecha. Y cuando el rival tiene gente rápida pegada a la cal, el desborde aparece. Ahora bien, eso no quiere decir que los blanquirrojos se arrugasen. Por otro lado, la UDL no gozó ayer del balón como en otros partidos. Ante un adversario joven, que corre y presiona cuesta más guardarlo y jugarlo. Visnjic sabe que ahí tiene una carencia. Lo menos bueno de este equipo es que le cuesta sacar el cuero. Y como el técnico conoce el diagnóstico también sabe cuál es la receta. Lo sabe, la conoce y la tiene en casa.
De cualquier forma, es una derrota y nada más. La trayectoria de este equipo es alabable. Un resultado negativo tenía que llegar y llegó. Lo más importante es reflexionar, extraer conclusiones y pensar en La Muela. El resultado es un gaje del oficio. Y ayer cayó por la mínima y desde el punto de penalti. Porque esos goles también valen y, como se ha comprobado, deciden partidos.