Internet elevó la temperatura de la tarde dominical. Echaba humo. Y no precisamente era una fumata blanca, de acuerdo, de concordia. La afición expresaba a través de la red su enfado con la derrota de la UD Logroñés en Guijuelo. El fútbol vive al minuto. Venció el equipo charro, que aún no había ganado; cayó la UDL, que además de encajar un gol en el primer minuto vio como su rival le volvía a batir cuando ya jugaba con diez. Porque los salmatinos se quedaron con un jugador menos en el minuto 52. Ni por esas.
Los más osados piden la cabeza de Visnjic. No se verán recompensandos. Hay tranquilidad en el seno del club. Calma, aunque el equipo esté a dos puntos del descenso. Ayer era un día para abrir la puerta de las plazas de ascenso. Lo desaprovechó. Esas plazas de privilegio quedan a cinco, que no es un mundo precisamente. A sus puertas se ha colacado el Palencia, que un mes atrás lloraba en plazas de descenso. Fútbol. Diez puntos consecutivos han cambiado el llanto por la sonrisa. Y en ellas se ha colado un Real Unión que hace unas semana estaba a la deriva. Es la Segunda División B.
Josip Visnjic es uno de esos caballeros del banquillo. No acusa, no carga tintas contra nadie. Se calla. Sabe lo que tiene. Algunos de sus jugadores no parecen saber lo que son. El fútbol es una profesión temporal, con fecha de caducidad. Jugadores que la pasada campaña saltaban al césped de Las Gaunas se han vuelto a casa para buscarse la vida. Hay muchos futbolistas en el mercado. Buenos y malos. En el fútbol cada día más manda la cabeza, la inteligencia. Dicho de otra forma, más de uno se tiene que poner las pilas. Pero de verdad. Las intermitencias no sirven cuando el objetivo es el más ambicioso que existe: ascender. Lo dice Félix Revuelta, el patrón del club. No yo.