Vuelta a la normalidad. Atrás queda Tafalla, la derrota que nadie imagino. Aun así, la UD Logroñés debe estar satisfecha de ese día sin olvidar, no obstante, que cualquier equipo de este grupo puede ganar un partido, sobre todo si el adversario juega mal y da muchas facilidades.
Despiezada la primera mitad, que no hay por donde cogerla, hay que pensar en el Athletic, próximo rival y en la situación real de la tabla. Primero, el traspié no es tan grave. Lögicamente hubiera sido mucho mejor ganar, pero las derrotas de Eibar, Real Unión y Osasuna, así como el empate del Mirandés (que jugó contra diez desde el minuto 10 y falló una pena máxima) hacen que la derrota tenga menos repercusión en la tabla. Ahora bien, a equipos como la Peña Sport, Sporting o Guijuelo hay que ganar sí o sí.
Segundo. La UDL ha hecho lo más difícil, llegar a las puertas de la fase de ascenso en un tiempo récord, impensable. Quedan diecisiete partidos, un mundo, y los picos de sierra en los resultados van a aparecer para todos, incluido la UDL. Es el momento de tener la mente fría, trabajar bien y seguir sumando puntos conscientes de que no se van a sumar esos 51 puntos que restan. Ya se escucha que con 59-61 puntos se puede jugar la fase de ascenso. Es una previsión, nada más.
Tercero. Cuando un equipo pierde y su afición le despide con gritos de ánimo y aplausos es que la relación crece y se fortalece. Fue magnífico ver a los aficionados animar a la UD Logroñés. Publica hoy Diario La Rioja en su página 41 una fotografía de Justo Rodríguez que a uno le hace recordar cuando acudía a Las Gaunas para ver al inimitable Logroñés y aplaudía apretujado desde la grada de general a la salida de los jugadores al césped. Un grato recuerdo.
Quizá, eso es lo más importate. La unión que se ha logrado entre afición y equipo, que lógicamente se ve influenciada por la buena marcha del equipo. El domingo toca acudir a Las Gaunas e intentar ganar a un Athletic que el sábado acabó con la oposición del Real Unión.