Nada cambia en el fútbol. Al menos en esta categoría. Los errores sentencian a equipos. Los aciertos ayudan a sumar puntos, pero no son tan decisivos. Un error supone una derrota; un acierto puede darte la victoria, si no se aparece el fallo. La UD Logroñés perdió en Lezama en el primer partido como visitante de los tres que encara en ocho días y que se completan con el de Palencia, el miércoles, y el de Eibar, el domingo.
Después de ver a los blanquirrojos en Las Gaunas frente al Sestao existía optimismo suficiente como para pensar en sumar algún punto en Lezama, recinto que no le sonríe al equipo logroñés. Reconoce Juan Carlos Castilla el error y le honra, aunque sabe que no se puede permitir el lujo de caer en la reiteración. Es la desgracia del portero. El error no tiene solución y decide la suerte del partido. El acierto (como ante el Sestao con 2-1 en el marcador) entra dentro de su trabajo. Y el guardameta de un equipo con aspiraciones no puede ser protagonista de un gol como el de ayer.
La derrota representa un punto y seguido. No un punto y aparte o un punto de inflexión. Es la segunda jornada. No pasa nada, pero sí que se puede pensar que un equipo que quiere jugar la fase de ascenso debe mostrar mando fuera de plaza. Ayer lo hizo en las instalaciones vizcaínas, pero cuando la urgencia de la derrota mandaba. Mejor no esperar a esas situaciones. Y, por supuesto, disponer de una bala en la recámara, como es la capacidad de reacción. Nacho Martín sabe lo que significa porque este equipo lo demostró una y otra vez durante la pasada campaña. El reto pasa por unir las virtudes que existían con las novedosas. Seguro que Lezama es ya un paréntesis cerrado. Todos los detalles