Me aburre y me enfada. Son dos de las sensaciones que me deja la UD Logroñés cada vez que acudo a ver un partido suyo. Transmite muy poco, menos que antes. Y desde luego, no está la clasificación como para pasear por el campo y nada más. Y_el problema ya no es el primer equipo, sino que hay más. Con él en plaza de promoción de permanencia, la situación es más que preocupante. Es alarmante.
Seguramente lo habrán leído con anterioridad, pero se repite porque el partido es una reiteración de anteriores. No se puede ganar a nadie andando, sin agresividad, sin ideas, sin fútbol, sin nada. Simplemente, esperando a un golpe de fortuna. Mucho esperar. Lo decía Titín, más o menos, tras ganar su partido el sábado en el Adarraga: «Salimos a la cancha a ganar desde el primer tanto, porque los partidos son muy largos y es mejor tener ventaja por si vienen malos momentos». Y_lleva toda la razón. Por experiencia y por casta.
Nos hemos acostumbrado al dicho de que los partidos duran noventa minutos. Cierto. Pero si esperas ochenta para acorralar al rival, mal vas. Debes tener mucha calidad para hacer en diez minutos lo que no has hecho en ochenta. Y_no es el caso. A la UD Logroñés le faltó creación, juego de banda y, por supuesto, llegada y ataque. Cualquier rival sabe que no va a tener presión, que no va a sentir el aliento en la nuca, que va a jugar cómodo. Así no se va a ninguna parte. Sí, a Tercera. Si esta situación no demanda genio, es que estamos hablando de cosas diferentes.
Pero hay más. Si deportivamente, el equipo es un desastre, socialmente aumenta sus dudas. Ahora no quiere Albelda. Cierto que hay que ajustarse a la época de crisis, pero en dos años se ha pasado del sueño de explotar Las Gaunas económicamente (que cualquiera que vea el campo y esté informado sabe que es imposible), crear una ciudad del fútbol con residencia para jóvenes y apostar por la cantera a olvidar la ciudad del fútbol, a desechar Albelda… Eso sí. Es una empresa y el propietario manda. Alarmante. Mal, muy mal asunto.