Han tenido que pasar más de veinte jornadas para ver a la UD Logroñés firmar números que se esperan de ella desde el inicio de la temporada. Cifras propias de un equipo que aspira a estar entre los mejores del grupo pero que en estos momentos suspira por alejarse de los peores. Los números, no muy apreciables en el vistazo rápido en la tabla, servirán una semana más para fortalecer la condición anímica, esa que lo cambia todo, que hace capaz de creer en los objetivos.
Cuatro partidos sin encajar un gol, dos victorias consecutivas, ocho puntos de los últimos doce,… estadísticas que avalan que algo ha cambiado en este equipo, que Pepe Calvo ha dado con la tecla adecuada. Sólo dos equipos han logrado estar cuatro partidos sin encajar goles: Mirandés y Ponferradina, primero y segundo. En el caso de los líderes, hasta diez jornadas.
Calvo ha encontrado su once tipo. Ha necesitado tiempo, pero ha logrado plasmarlo. El leonés lo ha pasado muy mal, sobre todo cuando enlazó tres derrotas consecutivas en su debut o cuando el equipo cayó en Sestao y se invirtieron los roles jerárquicos, al ser los jugadores los que le animaron a él. Un bloque amparado en la defensa. Ha compensado los laterales, con uno ofensivo y otro defensivo, y ha apostado por la veteranía para el eje. Y ese toque defensivo se extiende a la medular, sobre todo con la aportación de Moustaphá. También ha rectificado con la posición de Durán, al que ha sacado de una banda donde se perdía.
Quedan asignaturas pendientes. Sigue quemando el balón, pero más fruto de la situación clasificatoria que de la calidad que existe. Ayer repartió minutos a ‘descontentos’ como Albistegi (sigo afirmando que es un lujo para la categoría) o Dañobeitia. Incluso Iñaki, que ha perdido la titularidad. También demanda este equipo más fútbol, que puede llegar con la mente más fresca y liberada. Lo que viene por delante asusta (Salamanca, Ponferradina y Mirandés), pero la autoconfianza ha crecido. Todo es diferente. Así que nos tendremos que abonar a la sabia frase de que más vale tarde que nunca. Y lo hacemos.
Han tenido que pasar más de veinte jornadas para ver a la UD Logroñés firmar números que se esperan de ella desde el inicio de la temporada. Cifras propias de un equipo que aspira a estar entre los mejores del grupo pero que en estos momentos suspira por alejarse de los peores. Los números, no muy apreciables en el vistazo rápido en la tabla, servirán una semana más para fortalecer la condición anímica, esa que lo cambia todo, que hace capaz de creer en los objetivos.Cuatro partidos sin encajar un gol, dos victorias consecutivas, ocho puntos de los últimos doce,… estadísticas que avalan que algo ha cambiado en este equipo, que Pepe Calvo ha dado con la tecla adecuada. Sólo dos equipos han logrado estar cuatro partidos sin encajar goles: Mirandés y Ponferradina, primero y segundo. En el caso de los líderes, hasta diez jornadas. Calvo ha encontrado su once tipo. Ha necesitado tiempo, pero ha logrado plasmarlo. El leonés lo ha pasado muy mal, sobre todo cuando enlazó tres derrotas consecutivas en su debut o cuando el equipo cayó en Sestao y se invirtieron los roles jerárquicos, al ser los jugadores los que le animaron a él. Un bloque amparado en la defensa. Ha compensado los laterales, con uno ofensivo y otro defensivo, y ha apostado por la veteranía para el eje. Y ese toque defensivo se extiende a la medular, sobre todo con la aportación de Moustaphá. También ha rectificado con la posición de Durán, al que ha sacado de una banda donde se perdía. Quedan asignaturas pendientes. Sigue quemando el balón, pero más fruto de la situación clasificatoria que de la calidad que existe. Ayer repartió minutos a ‘descontentos’ como Albistegi (sigo afirmando que es un lujo para la categoría) o Dañobeitia. Incluso Iñaki, que ha perdido la titularidad. También demanda este equipo más fútbol, que puede llegar con la mente más fresca y liberada. Lo que viene por delante asusta (Salamanca, Ponferradina y Mirandés), pero la autoconfianza ha crecido. Todo es diferente. Así que nos tendremos que abonar a la sabia frase de que más vale tarde que nunca. Y lo hacemos.