Iker Alegre controla el cuero que llega desde la banda derecha. Pisa la línea del área grande, a la izquierda de la media luna. Para el partido. Alberto, capitán asturiano, le espera. Alegre amaga con el disparo y el sportinguista cae en la trampa. Balón a la izquierda, dos pasitos dentro del área y dibuja un disparo al palo izquierdo, al largo, de Dennis. Gol. 2-0. Victoria. 19 puntos. La UD Logroñés es líder en solitario. Una gesta que no había vivido nunca en sus seis años. El grito de Logroñés, Logroñés retumba en el Municipal.
La UD Logroñés ganó. No sin apuros. Sin buen fútbol. Después de una primera parte inexistente. Camochu desatascó el partido en los primeros compases del segundo periodo en una acción similar, tras superar a Álvarez y cruzar el cuero ante la salida de Dennis. Un gol más nervioso, con menos tempo que el Alegre, pero un tanto que abría el encuentro.
Decía Carlos Pouso que el duelo suponía una trampa. El Sporting es colista, pero su condición de filial le hace inclasificable. Aun así, es un equipo blando, al que seguramente la clasificación le pasa factura anímica. El Sportig apenas opusó resistencia. Jugó mejor cuando fue por detrás en el marcador e incluso pudo empatar el duelo con un remate de Alex García al que respondió con una soberbia acción Miguel Martínez. La grada coreaba su nombre, pero la UD Logroñés no daba sensación de cerrar el duelo. El marcador estaba tan incierto como la climatología. Nubes y claros. Pudo setenciar el equipo local al contragolpe. Balón a la espalda de Camochu, galopada de Titi por banda derecha, pero sin soltar el balón a tiempo para que Alegre lo empujara. Ese desacierto elevó la incertidumbre hasta que Alegre levantase a los aficionados de su asiento. No fue el partido acorde al magnífico sabor de boca que deja, pero cualquier equipo que quiera estar arriba debe aprender a ganar incluso cuando no ofrece un buen fútbol. Y la afición, con la sonrisa en la boca. Esto es otra historia.