Vaya por delante que estas líneas se escribieron ayer antes de escuchar y leer a Nacho Martín, pero suscribo al cien por cien lo que afirma. Al cien por cien. Lo importante es el club; los jugadores van y vienen y habitualmente sólo los de casa muestran su fidelidad con el paso de los años. Y Martín sabe de qué va el negocio y busca la mayor rentabilidad para la empresa. Y por extensión, para todos.
El compromiso de ayer se puede resumir en una frase: ni fútbol, ni victoria, sólo fracaso absoluto. La UD Logroñés no pudo ganar al Caudal, equipo que vive en el descenso y que le ha arrebatado cinco puntos esta temporada. El empate sirve para sumar, pero no para mantener distancias. Ahora, los cuatro primeros puestos quedan más lejos, aunque el desconcierto que genera este equipo niega el pesimismo total. Por delante tiene partidos contra Eibar, Real Unión y Mirandés, entre otros. Encuentros de seis puntos. No ha dicho adiós a su objetivo de pelear por el ascenso, pero se siente más obligado en el futuro inmediato por resultados y carencia de virtudes y fútbol.
La ambición es una de esas cualidades que bien administradas es interesante. Desde luego, este UD Logroñés carece de ambición. Es una sensación palpable en los últimos encuentros, independientemente de los resultados. Andando se ganan pocos partidos y sin jugar, menos aún. Esa falta de ambición le impide ganar a equipos como el de ayer.
Más sensaciones. A este equipo se le ha olvidado lo que es el fútbol al pie, por abajo, en profundidad, por banda. Se ahoga en balones directos estériles y obvia a un centro del campo que, ayer, se anuló por sí solo en su faceta de creación. Las mejores opciones de marcar llegaron por banda, pero apenas fueron tres.
Desperdiciar más de una hora para intentar ganar en unos minutos, algo que sólo está al alcance de equipos únicos.
Sin ambición y sin fútbol el equipo deriva (aunque no se sabe qué fue primero) en una palpable carencia de personalidad. Es un bloque mutante, que se contagia del rival. Capaz de plantar cara al Alavés, Mirandés o Eibar con un juego trepidante, de calidad y de lucha, pero también de caer en el tedio absoluto ante conjuntos que no juegan nada. Personalidad que empieza por el individuo. “Aquí mando yo, el balón pasa por mí, olvídate de balonazos al área”. No hay nadie que sea capaz de decir esta frase en el campo y que si la dice nadie le discuta. Falta un líder. Y con estas virtudes convertidas en defectos, pelear por el ascenso se antoja imposible. Osasuna será testigo de excepción.
LAS FRASE DE MARTÍN EN MIÉRES
“Si no damos al equipo un poco más, no jugaremos el play off”
“Empezamos la jornada a dos puntos y estamos a cuatro. Es decir, más lejos del ascenso”
“Quiero más ambición, demostrar que deseamos jugar por el ascenso. Debemos cambiar ciertas cosas”
“Estoy preocupado. Quiero jugar la fase de ascenso y la plantilla, también, pero con querer no es suficiente”
“Queda 27 puntos en juego y tenemos opciones, pero si no mejoramos no llegaremos arriba”