Un simple juego como la gallinita ciega sirve para cambiar caras, aunque sean de adultos. La UD Logroñés volvió a los entrenamientos de la mano de Raúl Llona. Hora y media de sesión en Oyón, hora y media muy diferente a la del día anterior.
Siempre se repite la historia. Un equipo cambia por completo cuando cambia su cabeza. Los sentidos despiertan y las mentes se reactivan. Como la mente manda sobre el cuerpo, la relación causa efecto es inmediata. Lógicamente, esto no quiere decir que el equipo vaya a ganar sí o sí en Teruel el domingo, pero sí que se apoyará en una bases mucho más sólidas que hace unos días, cuando el objetivo era el Real Unión.
Lo primero es limpiar la mente, decía Llona minutos después de firmar por la UD Logroñés. La plantilla habla, ríe y se da cuenta de que ha comenzando una nueva etapa. Ocho partidos para demostrar que es capaz de más, aunque el fracaso no se pueda borrar. Quizá se vendieron unos objetivos imposibles de alcanzar. No se sabrá nunca.
Es indudable que las críticas a Raúl Llona no tardarán en llegar. Lo tiene todo para que le critiquen porque ésta es una ciudad en la que la envidia aflora en el fútbol. Así nos va. No tiene experiencia, es del Berceo, es joven, se va a rodear de los suyos,… El cuento de siempre. La experiencia se adquiere porque nadie nace enseñado; su juventud le da el hambre que otros entienden como rutina porque quiere triunfar en los banquillos; en el Berceo ha desarrollado una gran labor; y es lógico que se apoye en los suyos. Llona llega a la UD Logroñés con más información de lo el aficionado de a pie cree. Hace tiempo que se pensaba en la destitución de Pepe Calvo y hace tiempo que el equipo no funcionaba. Nunca es bueno despedir a nadie, pero es evidente que ésta ha llegado tarde. Calvo es un gran tipo, pero no le han salido las cosas como el quería. Ahora bien, no es el único culpable. La planificación del club le ha impedido contar con jugadores que el hubiera deseado tener, caso de Cervero, De Paula o Durán, pero una vez más no hubo sincronía entre unos y otros.
Algunos pensarán que este argumento apunta a José Ignacio como el gran culpable. Nada más lejos de la realidad, aunque haya un grupo que pida insistentemente su destitución. Es más fácil criticar al sargento que al coronel. José Ignacio es un gran conocedor del fútbol sujeto a unas directrices económicas y con las puertas de muchos clubes abiertas, pero reo también de los bandazos de la dirección que tan pronto planifica una ciudad deportiva como se va a Barcelona para estudiar cesiones, pero que en realidad trabaja en Oyón por costes económicos y juega sin cedidos. Lo primero es fijar la dirección y a partir de ahí caminar. Si no sabes hacia dónde vas, vagas por caminos sin dirección. Tanto José Ignacio como Raúl se merecen la oportunidad de creer en ellos y si les dejan hacer, desarrollarán un gran trabajo. Al menos, la misma que se da al que viene de fuera. Hay que darles libertad dentro de unos parámetros reales y fijar objetivos también reales.
Los jugadores acabaron la sesión jugando a la gallinita ciega. Del centro del campo hasta la portería con una venda sobre los ojos y guiados por un compañero. Trabajo en equipo y confianza en el otro. Simple, pero efectivo. Y además se rieron. Mejor que mejor. Eso sí, que no se olviden de que lo que pide este equipo son resultados.