LAS mañanas de aquel pueblo riojano, repletas de sorpresas y de vida, en mi niñez de juegos y de escuela, seguían con rigor el calendario. A veces, arribaban buhoneros con afeites, retales y perfumes, anunciando mil nuevas maravillas; mostraban por callejas y plazuelas un piélago de cajas y misterio, al frente de su tiro de […]