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La plazuela perdida

La Seguridad Social, aquel invento general

Siempre he pensado que ese invento del general en su laberinto, que es la atención médica de la Seguridad Social, funciona pasablemente -que es una muy buena cosa, nadie lo duda- pero, dada la misión social del ente, debería funcionar mucho mejor. Pasaron los tiempos en que la atención media por paciente no llegaba a los dos minutos, y los especialistas te atendían, sin darte apenas oportunidad de hablar, mientras la enfermera completaba las recetas a otro paciente, pero aún que dan residuos.
De un tiempo a esta parte, las distintas autoridades sanitarias, de diverso color, están embarcadas en sucesivos programas de mejora: primero fue la cita previa, que iba a acabar con las esperas interminables, pero las colas continúan porque el sistema acumula retrasos; siguió, luego, la libre elección de médico, que no sé si llegó a ponerse en práctica, pero que nadie intente operarse o tratarse con un médico determinado, porque es misión imposible y le remiten a la ley del azar; después, llegó la promesa de solucionar el problema de las listas de espera, aquellas que llamaban a operar a algunos pacientes que ya habían muerto esperando, pero todo sigue más o menos igual, y no es extraño estar seis meses en la lista, como le ha ocurrido a un familiar recientemente operado -quien quiera saber por qué no se acaba con las listas de espera, puede leer la novela del médico Sáez-Aldana, titulada ‘La Casa’, pero es posible que coja alergia a los hospitales-.
Si un paciente necesita acudir al especialista, puede seguir ocurriéndole que, cuando le toque, ya se haya curado o haya necesitado acudir a Urgencias, que es lo más socorrido y, por lo tanto, se convierte en casi un perpetuo atasco, aunque, para analizar la agilidad de Urgencias, sería necesario hacer una tesis doctoral, que bien podría titularse «La angustia de las horas».
En fin, aunque el general, con ayuda eclesiástica, nos amargó la juventud y, a muchos, la vida -esto sin ayuda- y puede que, como el coronel, no tuviese quien le escribiera, sí creó una obra de envergadura: la atención médica de la seguridad social; lástima que, tras tantos cambios en el invento del general, muchas cosas sigan sin arreglarse, y me temo que algunas no se arreglarán jamás.

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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noviembre 2006
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