Me han llamado la atención, por lo inusuales en nuestros gobernantes, algunos gestos de la ministra de Sanidad, que no merecerían comentario como tales gestos, si no estuviéramos en La Rioja, y que pueden ser interpretados como indicativos de poca cintura política o, también, como signo de firmeza en sus convicciones.
El primero de los gestos fue la retirada de la llamada ley «Antialcohol», una buena ley, con la salvedad de si el vino debería entrar o no en el mismo saco de los demás destilados alcohólicos, porque es cierto que chirría en las conciencias escuchar, en programas musicales para adolescentes, cómo se trasmite la idea de que, «para estar en la onda», hay que consumir determinados destilados alcohólicos de alta graduación. Sin embargo, es entendible que ciertas comunidades autónomas, en las que el vino es parte importante de sus economías y de sus puestos de trabajo, se resistan a que forme parte del mismo paquete que los demás productos alcohólicos de alta graduación, pues en estos lugares sucede con el vino lo que en la milicia con la patria, cambiando la conocida frase cuartelera: «Con la patria y con la madre, con razón o sin ella» por esta otra: «En La Rioja, con el vino, con razón o sin ella». Y es un feo gesto, además perjudicial para los adolescentes, retirar la ley por no conseguir introducir el vino en el paquete, que indica una especie de orgullo herido, que no casa con una buena cintura política, o un compás de espera, hasta que pasen las elecciones, lo cual, si así fuera, causaría peor impresión.
Esta sensación de orgullo herido, o de firmeza de convicciones, se acrecentó en la reciente visita de los Reyes a La Rioja, para inaugurar el hospital San Pedro, cuando en el brindis de rigor, como deja constancia la prensa, la ministra tomó en su mano un zumo de tomate. Feo gesto en la capital del vino, pues, aunque no era necesario que ella bebiese, sí resultaba conveniente que simulase beber, para no desairar a sus anfitriones riojanos, después del pequeño rifirrafe, a propósito de la ley «Antialcohol».
Tanto si estos gestos son por firmeza de convicciones, como por falta de cintura política, creo que les ha hecho un flaco favor a sus correligionarios riojanos, que deberían haberle recordado que estamos en precampaña electoral. Y estos gestos contra el vino, en La Rioja, suelen pagarse.