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La plazuela perdida

Delgadas y ridículos

La escandalosa delgadez de muchas modelos de alta costura ha dado bastante que hablar, en los últimos años, por su mala influencia en ciertos comportamientos adolescentes, pero no se había tomado ninguna medida práctica al respecto, hasta la polémica decisión de la pasarela Cibeles, que exige un mínimo de masa corporal, en las chicas, para poder desfilar. Medida acertada, sin duda, pues, aunque es necesario distinguir entre la delgadez natural, de algunas personas, y la conseguida con ayuda, de otras, se había llegado demasiado lejos.
 
Aquella reina de la moda, a quien se atribuye la estúpida frase: «Una mujer nunca está demasiado delgada», puede que hiciera mucho dinero con la ropa, pero dejó su índice de inteligencia a la altura de los zapatos sin tacón, y podría arrogarse el dudoso honor de ser la precursora de tantos seres ridículos, como hoy en día incitan, sin saberlo, a la anorexia y otras conductas desordenadas.

Siempre me he preguntado a qué puede deberse esa obsesión de diseñadores y agencias de modelos por la mujer delgada, y no encuentro explicación -sabiendo que a la inmensa mayoría de las personas no gusta la delgadez de esas características- salvo la que ya se ha apuntado alguna vez, aunque no sé si es aceptable -desde luego no es políticamente correcta- y que incide en la condición homosexual de buena parte de los diseñadores, lo que podría llevar su gusto hacia modelos andróginas, sin formas ni curvas. Otra explicación no se me ocurre: es un martirio, para casi todas las mujeres, intentar embutirse esas tallas ridículas, hacen daño psicológico, y muchas veces físico, a las adolescentes sin claridad de ideas, y no gustan a los hombres.

Por todo esto, fue de agradecer el desfile de trajes de baño, aparecido en las televisiones, con ocasión de la copa América de vela, en el que Gema Mengual, nuestra bella campeona de natación sincronizada, dio una lección a sus compañeras de desfile -modelos estándar, con figuras tan delgadas, tan iguales, tan evanescentes tan sositas, sin pizca de gracia- mostrando su cuerpo sin artificios, su talla natural, la que gusta a todos, y demostrando que una mujer puede tener algo más, sí ,de eso que están pensando, pero también, sobre todo, de cerebro. En el mundo de la moda hay demasiada delgadez obligada y, no sé si se dan cuenta, algunos hacen demasiado el ridículo.

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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mayo 2007
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