Últimamente ha sido objeto de debate, en medios escritos y audiovisuales, la política económica de Zapatero, que, como casi todo, tiene luces y sombras. Entre las luces están las cifras macroeconómicas: crecimiento, afiliados a la S.S., incluso empleo, es decir todo lo que gusta a los grandes foros económicos mundiales y, por lo tanto, a la empresa; entre las sombras están el sueldo de los trabajadores y el aumento del precio de los productos básicos. También sería injusto no reconocer al Gobierno la bondad de algunas leyes sociales, de esas que no gustan a Solbes, y que tienen mucho que ver, por necesidades presupuestarias, con la política económica.Un importante diario económico se hacía eco de la noticia, referente a la pérdida real de poder adquisitivo en los trabajadores; valoraba la pérdida en 550 euros, aproximadamente, desde el año 2003, e incidía en que a esto había que añadir los aumentos de los intereses hipotecarios. Venía a decir que quien estuviese pagando una hipoteca, en esta situación, lo tenía muy crudo. Y se extrañaba de que todo esto sucediese en una época de bonanza económica y con un Gobierno socialista. No es que me haya sorprendido la noticia, pues cualquiera que mire precios, o haga la compra, lo sabe, así como que cada vez cuesta más llegar a fin de mes, pero verlo escrito en un periódico, que suele mirar por la inversión y la empresa, es indicativo de que puede ser un problema para la economía: si los españoles ingresamos menos, gastaremos menos, y eso es el comienzo de una crisis económica para las empresas. El ataque al buen vivir de los españoles comenzó con la llegada del euro, que fue aprovechada masivamente para subir los precios, aunque, paradojas y engaños de la economía, aquel mes de enero el IPC fue negativo; y ha continuado con un evidente desajuste entre precios y salarios, digan lo que digan las cifras más o menos oficiales, porque una cosa son los precios de la cesta del IPC, que cambia a menudo y en la que no entra la vivienda, y otra, bien distinta, los precios de los productos básicos de las familias. Ahora ya no se disimula, ese ataque al buen vivir, y, en época de bonanza económica, el salario real de los españoles baja. ¡Dios nos coja confesados cuando llegue la crisis!
“ALONSO CHÁVARRI”