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La plazuela perdida

TETAS

El otro día escuché la noticia, o tal vez la leí, y me sorprendió por lo inesperada: En España hay más operaciones de pechos que en Estados Unidos; cincuenta mil españolas se operan cada año en nuestro país, para mejorar su imagen pectoral. Y especificaba más: Cuanto más al sur, las mujeres se ponen tetas más grandes; si en la cornisa cantábrica se rigen más por el dicho aquel de que “…en la mano quepa”, en Andalucía parece que lo fían más a lo de “…tiran más que dos carretas”, y les gustan de buen tamaño.

Uno puede entender las operaciones de pecho en casos de conflicto psicológico personal –y como cirugía reparadora, naturalmente, aunque eso es otra cosa-, pero cincuenta mil operaciones al año, en España, sólo pueden interpretarse como seguimiento de una moda, y eso, la verdad, me cuesta entenderlo, y que me perdonen las empresas de cirugía plástica que, supongo, estarán haciendo buen negocio.

Me imagino que tiene mucho que ver, en esta afición al quirófano, la actual moda del escote inacabable, que enseña buena parte de los pechos, pero con los actuales “super-bras”, debería ser suficiente para mantener “la apariencia”; no quiero pensar que la estupidez humana –me cuesta decir estupidez femenina, pues parece machista- llegue al extremo de pasar por el quirófano para “gustar más” al sexo opuesto, teoría sin confirmar, la de que los hombres prefieren a las mujeres con pechos grandes, pues los gustos son variables y, en cuestión de pechos, más.

Esta moda de enseñar el pecho no es ninguna novedad, más bien es una moda recurrente, y ha habido periodos históricos en los que las mujeres dejaban casi todo el pecho al descubierto. No hemos inventado nada. Lo que cuesta entender –a fin de cuentas un quirófano es un quirófano y tiene sus riesgos- es esa alegría con que se acude a la cirugía innecesaria. ¿Por qué? Un amigo decía que es porque sobra el dinero, pero otro, trabajador de la banca, le sacó de su error, hablando de los préstamos que se piden, o se intentan pedir, para arreglarse los pechos. Yo creo que este desmadre operatorio está motivado por carencias: carencias culturales y, sobre todo, carencias de sentido común. Esa sobrevaloración de la imagen, que tanto se alienta en algún programa de televisión, está haciendo perder el sentido común a buena parte de nuestros jóvenes, y no tan jóvenes: ellos se ponen musculitos y ellas se ponen tetas. Un disparate. ¡Podría ponerse de moda hablar con corrección el idioma, o la buena educación! No se inquieten, no hay peligro de que eso ocurra, pues no da dinero. Las empresas de cirugía plástica pueden estar tranquilas: las mujeres seguirán poniéndose tetas. Sin necesidad.

“ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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