La verdad es que no me ha sorprendido; lo esperaba. Una cosa es predicar y otra, muy distinta, dar trigo. Una cosa es decir en un mitin, delante de correligionarios y obreros, que la principal preocupación del Gobierno son los más desfavorecidos, y otra enfrentarse a los poderosos, que quieren ganar más dinero. Por eso no me ha sorprendido que el presidente Zapatero diga Diego, donde dijo digo, y siga otros cuatro años sin cerrar Garoña, ante las presuntas presiones de la propiedad, que quiere seguir ganando dinero más años. A uno no se le sitúa en un lugar, a la derecha o a la izquierda, por lo que dice, sino por lo que hace, y Zapatero lo que ha hecho es dar una billonada a los bancos, para que resuelvan sus problemas –no los de quienes necesitan créditos, que parecen seguir igual- y, ahora, romper una promesa para que quienes no lo necesitan ganen más dinero. Se pueden poner disculpas, adornar las cosas, pero la realidad es así de cruel: el Gobierno se ha rajado, para que los poderosos ganen más dinero. Y me temo que, con elecciones antes del 2013, Garoña puede seguir funcionando hasta el desastre.
Yo no estoy radicalmente en contra de la energía nuclear, aunque no me gusta porque tiene más inconvenientes que ventajas –¿qué ocurre con los bidones de residuos lanzados a las fosas abisales atlánticas?- pero me quita el sueño el tener la central de Garoña a treinta kilómetros de mi casa, porque, recordemos una vez más, Garoña se hizo para que durase 25 años; como no pasó nada –eso dicen- se alargó su vida otros diez años; luego otra vez… y, si le piden consejo a la propiedad, funcionará hasta que explote. En televisión, dijeron que, en los últimos tiempos, esta central nuclear había tenido 113 incidentes, ¿no creen que son demasiados para dormir tranquilos?, y en ambientes verdes se la conoce como “la central de las mil y una grietas”. Hay situaciones en las que el tiempo dicta sentencia y da o quita razones, pero en este tema mejor que no dicte nada, porque, a lo peor, sería tarde.
Si es necesaria la energía nuclear, cosa que dudo, que se construya una central nueva, pero que no deshilachen la cuerda que sujeta esa espada de Damocles, en que se ha convertido Santa María de Garoña, porque acabará ensartándonos. No nos engañemos, en el hipotético y terrible caso de que algún día ocurra un incidente grave, será culpable la propiedad, también el Consejo de Seguridad Nuclear, pero, sobre todo, será culpable el gobierno de Zapatero, el que ha cedido a las presiones de los poderosos, el que se ha rajado.
“ALONSO CHÁVARRI”