La decisión del consejo escolar de un colegio de Pozuelo, prohibiendo el velo islámico, hijab, en clase, ha hecho correr ríos de tinta, a pesar de no ser más que una pequeña anécdota, aunque indiciaria de un estado de cosas y de ciertas intenciones. Todos los que nos dedicamos a la enseñanza en centros públicos –los centros privados, acogidos al ideario católico, no reciben, lógicamente, estudiantes musulmanes- tenemos alumnas islámicas, que llevan velo, lo cual no crea ningún problema, salvo su propia incomodidad, pues se lo suelen arreglar frecuentemente, aunque llama la atención que, hasta hace poco, no lo solían llevar y, ahora, lo llevan casi todas. Quizás esto tenga que ver con cierto rumor de “recomendaciones” de tipo religioso.

Lo más llamativo del “caso Pozuelo” es la resistencia del padre a que la chica se quite el velo –parece que ha solicitado cambio de centro-, lo cual me lleva a dar pábulo al rumor de que tal vez pueda haber “presiones” para esta resistencia. Yo no me imagino a uno de nuestros emigrantes, de los 60, en Alemania, resistiéndose a quienes le dijeran que ha de quitarse la boina, o un crucifijo colgado del cuello; se lo hubiera quitado y problema resuelto. Esta resistencia parece indicio de que quizás tengan razón, quienes sospechan de ese plan descabellado, dicen que urdido por sectores clericales ultraconservadores, para islamizar occidente, a base de tener muchos hijos y mantener sus tradiciones. Es descabellado, porque parece insensato pretender que las mujeres islámicas resistan varias generaciones en sus actuales condiciones sociales; lo lógico sería que el contacto con la forma de vida occidental les abriera los ojos y la mente, pero, por otro lado, este supuesto plan justificaría el interés por mantener las tradiciones bajo control.

Es preocupante que, quienes pueden alentar este plan, no vean que el mayor peligro de la humanidad es la superpoblación, y que la tierra no da más de sí y es necesario controlar la natalidad, un control que se realiza solo, cuando la sociedad adquiere cultura y nivel de vida. Es alentador que países como Argelia y Marruecos hayan disminuido drásticamente su índice de natalidad, lo cual parece echar por tierra ese plan descabellado, pero no estaría de más que los gobiernos europeos, y el español y los autonómicos en particular, vigilasen la garantizada libertad individual de sus ciudadanos islámicos, para que no sufrieran presiones. Si las mujeres quieren llevar velo, que lo lleven, pero, si no quieren, que nadie les obligue. El asunto del velo carece de importancia, pero puede ser indicio preocupante de falta de libertad.

“ALONSO CHÁVARRI”