“La calle es mía”, esa frase atribuida a Manuel Fraga, pero que él nunca reconoció haber dicho, es una oración que bien podrían haber enunciado el Ministro del Interior o el Director General de Seguridad, como indicativo de que la calle debe estar bajo el imperio de la ley y no tomada por manifestantes violentos; también podría ser dicha por aquellos que, hartos de que sus peticiones no sean oídas, deciden hacerse oír saliendo a las calles en manifestación pacífica; incluso podrían haberla dicho agentes sociales, dispuestos a presionar en la calle para conseguir lo que no logran en las mesas de negociación; y también podría estar en boca de aquellos violentos que buscan el conflicto como fin de no se sabe qué reivindicaciones. Demasiados para una oración simple: “la calle es mía”.
Esta frase ha vuelto a ponerse de moda en este 2012 que nos recuerda al mayo del 68, que nos hizo creer, ingenuamente a algunos, que el sistema estaba llegando a su fin. Algo parecido a lo que ocurre ahora. Entonces fueron los estudiantes de la Sorbona, con Daniel Cohn-Bendit al frente –Dani el Rojo, entonces estudiante y ahora diputado verde en Bruselas- quienes comenzaron el conflicto con manifestaciones y enfrentamientos con la policía; ahora, tras unas manifestaciones pacíficas de “indignados” –pacíficas quizá porque gobernaba la izquierda- toman el relevo los estudiantes en manifestaciones no tan pacíficas –quizás también porque ahora gobierna la derecha-, mezclándose en la calle jóvenes estudiantes, sindicalistas y personas de izquierda con ganas de desgastar al gobierno conservador, al que no le dan los cien días de cortesía.
La diferencia entre una fecha y otra puede estar en los banqueros. No recuerdo que tuvieran en el 68 la “destacada” actuación que han tenido en el siglo XXI; parece que dejaron su productivo y conservador negocio del “presto dinero 2 ó 3 puntos por encima de lo que doy y me conformo con las pingües ganancias”, para embarcarse en créditos arriesgados, productos complicados de entender, y maniobras bancarias que han llevado a muchos bancos a la ruina, sólo evitada por el rescate, que muchos no hemos entendido, de los gobiernos. No hemos entendido esta “salvación de los bancos” porque no se ajusta a las normas del libre mercado, tan alabado en otras ocasiones. Quizá es cierto que no hubiera sido conveniente dejar a la banca quebrar, pero tanto rescate con dinero público, o sea de todos los ciudadanos, merecía al menos que nos hubiéramos quedado con las acciones correspondientes, para venderlas luego, cuando la banca estuviera saneada. Hubiera tenido un saldo positivo para las arcas públicas, en vez de costarnos dinero a todos. ¿Por qué no se ha hecho? Eso quisiera saber yo. También quisiera saber por qué el Banco de España no vigiló –esa es su misión- a las entidades bancarias y por qué sigue su presidente tras no hacer lo que debía. Los políticos sabrán, pero no es fácil que el ciudadano piense bien. En esta crisis, que nos hunde, se echa en falta ver a algún banquero culpable en la cárcel, en vez de verlos con sueldos escandalosos, o indultados o con sus delitos prescritos, y dando lecciones de lo que hay que hacer. No me extraña que tantos se apunten a “la calle es mía”, aunque habrá quien intente pescar en río revuelto, pero no parece que esto lo puedan o lo quieran arreglar ni los del “arre” ni los del “soo…”.
“ALONSO CHÁVARRI”