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La plazuela perdida

¿ USTED QUIERE SER FELIZ?

 

Que la principal obligación del ser humano es ser feliz es casi una obviedad, lo que no está tan claro es cómo se consigue ese deseado estado de felicidad. Es un hecho constatado que las buenas noticias nos producen una felicidad efímera, mientras que las malas inducen un persistente estado de infelicidad. Suele decirse que se puede ser muy feliz un instante o razonablemente feliz más tiempo, pero no se puede ser muy feliz siempre, porque la persistencia en un estado de felicidad va eliminando la sensación de satisfacción. El mayor error suele ser asociar felicidad con posesión; es cierto que uno es feliz cuando intenta alcanzar algo que no tiene y ve que lo va a conseguir, pero en el momento en que lo tiene suele darse cuenta de que no le proporciona la felicidad que esperaba. Decía Leopardi que la felicidad está en la ignorancia de la verdad, y puede que no estuviera descaminado, sobre todo si comprobamos que generalmente la verdad es un pozo de desdichas; viene a ser lo mismo que esa frase ácrata, que aparece pintada de vez en cuando en vallas o entradas de garajes, junto a dibujos de grafiteros, y que dice: “usted no es feliz, sólo está desinformado”. Hemos de convenir en que sería más fácil conseguir la felicidad si uno no se enterase de ciertas noticias que dicen muy poco a favor de la condición humana y que suelen llenar las páginas de los periódicos. Mi abuela solía decir: “no es más feliz el que más tiene, sino quien se conforma con lo que tiene”, y tenía parte de razón, porque la conformidad no da por sí misma la felicidad, pero elimina ese sentimiento de frustración, rencor e insatisfacción que domina al inconforme, aunque esta sociedad no se distingue precisamente por fomentar la conformidad, sino todo lo contrario, y llena los medios de comunicación de anuncios del tipo “no se conforme, usted puede aspirar a más”, que son una invitación y un camino hacia la infelicidad. Es cierto que la felicidad habita en las pequeñas cosas y en la ilusión de la infancia, pero también la tristeza es un habitual equipaje de mano, del que no es fácil deshacerse y además es contagioso; dice el refrán “dos no se pegan si uno no quiere”, pero en los grupos familiares nadie consigue ser feliz si uno no lo es.

Se ha pretendido, aunque ahora lo ha frenado la crisis, asociar felicidad y viajes, de forma que muchas personas no entienden las vacaciones sin viajes a lugares supuestamente maravillosos, donde se encuentra esa felicidad anhelada. Yo prefiero quedarme, ya lo he dicho en alguna ocasión, con aquellos versos del poeta Claudiano, que dicen: “Feliz aquel que pasa la vida en los campos propios, a él no lo zarandea la fortuna con incómodas aventuras ni le sacian la sed, siempre extranjero en sus viajes, aguas desconocidas”.

Que sean ustedes felices.

                                                   “ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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