Ahora, fallecido el actor Paco Morán, que tanto éxito tuvo con la obra de teatro “La extraña pareja”, se me ocurren varias extrañas parejas que circulan por la vida política, económica y social española. La más ortodoxa es la que forman los sindicalistas Méndez y Fernández Toxo, en esa unión, casi eclesial, que practican sus sindicatos y que tiene visos de durar hasta que la muerte, o la supresión de las subvenciones que reciben, les separe; porque hay cosas que unen mucho, más que la ideología –siempre etérea en la región de las ideas y que no da de comer-, como son el dinero y el poder, ese dinero que mana de las administraciones amigas o temerosas y ese extraño poder, que les lleva a estar presentes en cursos, concursos, mesas, comisiones, tribunales…, y que, a mi juicio, les aleja de la que debería ser su única misión: velar por el salario y las condiciones laborales de los trabajadores.
Otra extraña pareja, más heterodoxa, apenas un juntamiento de conveniencia, que se resiste a ser unión de hecho, por falta de amor, pero a la que la crisis y la presión de los españoles podría acabar obligando a pasar por la vicaría, es la que forman Rubalcaba y Rajoy, siempre reacios a sumar esfuerzos para salir del atolladero en que se encuentra nuestra economía, aunque no nos extrañaría que esta relación acabase en boda, incluso cambiando los contrayentes por Aznar y González.
La más extraña pareja, no obstante, es la que forman Política y Banca. Esta es una unión que se me aparece espuria, una relación que se me antoja adúltera y en la que hay terceros perjudicados, como casi siempre ocurre con las relaciones y amistades peligrosas. Esta historia, que parece de sexo, nunca de amor, tal vez se inició mucho antes y su origen se pierda en la noche de los tiempos, pero comenzamos a sentirnos perjudicados por ella en los albores de la transición a la democracia, cuando los partidos políticos empezaron a pedir créditos a la banca para sus campañas, créditos que nunca hemos sabido si han sido devueltos en su totalidad o algunos han sido perdonados, pero que han coincidido en el tiempo, por lo cual pueden inducir a la sospecha, con ese afán desmesurado de los bancos por aumentar el precio de sus servicios, hasta conseguir el increíble logro de cobrarnos por tener nuestro dinero, mientras la otra mitad de la pareja no ponía ninguna traba a los sucesivos desmanes comisionales a que nos sometían. Esta extraña pareja ha ido más lejos, hasta aparecer juntos en los consejos de administración de las cajas de ahorro, en compañía de alguna otra extraña pareja, y conseguir llevar a esta especial banca sin accionistas, que tan bien había funcionado, al borde de la quiebra o a la quiebra misma, a la par que dejaban multitud de afectados por su insana relación.
De todas estas extrañas parejas, me quedo con la del finado Paco Morán, que nos hacía reír. Las otras nos hacen llorar.
“ALONSO CHÁVARRI”