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La plazuela perdida

EL PORVENIR ES LARGO IGUAL QUE LO PERDIDO

 

         Este interludio veraniego, en el que todos hemos hecho deporte olímpico ante el televisor, ha supuesto un olvido temporal de los problemas económicos que afligen a nuestro país; ha sido un intermedio expectante, de ese partido que jugamos en Europa y en el que los árbitros alemanes dudan si sacarnos la tarjeta roja o dejarla en amarilla. Este calor que nos agobia supone un aplazamiento del veredicto, que decidirá si somos rescatados del naufragio, al que nos ha abocado la incompetencia de algunos banqueros y políticos, o nos dejan hundirnos en el proceloso mar de la insolidaridad, pues como dice el cancionero: “Soñé que me querías / la otra mañana / y soñé al mismo tiempo / que lo soñaba…”. Nuestros dirigentes se empeñan el negar la mayor –Dios les oiga, que las tijeras europeas no dejan nada por cortar-, o sea el rescate anunciado, pero, como llueve sobre mojado, hemos de desconfiar de sus palabras y no olvidar la cuarteta de romance: “Nadie diga en el mundo: / de esta agua no beberé; / por muy turbia que la vea, / le puede apretar la sed”. Y la sed está apretando mucho, en forma de prima de riesgo que multiplica los intereses de la deuda que nos ahoga, aunque algunos jefecillos periféricos –hemos de reconocer que en esto de los jefes los riojanos tenemos suerte, porque son bastantes sensatos- se resisten a abandonar sus embajadas y televisiones, sin aceptar que los tiempos han cambiado y que ya Espronceda cantó: “¡Ay!, que de aquellas horas de alegría / le quedó al corazón sólo un gemido…”, y su coetáneo Zorrilla aconsejó no derrochar los caudales públicos en sostener aparatosas fiestas, pero, como ya avisó nuestro Bretón de los Herreros: “A otro basta nombrarle diputado, / aunque su nulidad sea notoria, / para que él se repute hombre de Estado…”.

         Desgraciadamente, el verano toca a su fin y llega septiembre y, al igual que los malos estudiantes habían de volver a examinarse de sus suspensos, los gobernantes españoles han de ver si les aprueban los deberes, en ese tribunal cuya presidenta es un hueso y no acepta recomendaciones. Allí, presentarán, nuestros dirigentes, sus trabajos de verano: la subida del IVA, los recortes sanitarios y educativos, el aguinaldo negativo a los funcionarios…, todo eso que han trabajado mucho, pero temen que les examinen de lo que no han hecho: el adelgazamiento político de la administración y el control dinerario de las autonomías. Y tienen miedo, mucho miedo, porque si no aprueban no podrán repetir curso, ya que han agotado las convocatorias; y podemos ser expulsados de la universidad europea, esa universidad para ricos que expende títulos de solvencia y, fuera de ella, parece que sólo están las tinieblas exteriores. Quizá debiéramos creer en las palabras de García Montero: “No camino al dictado de una sola presencia. / El porvenir es largo igual que lo perdido”.

                                                             “ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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