Ya han acabado los sanmateos más “críticos” de los últimos tiempos y todo vuelve por donde solía: problemas en la economía nacional y en la familiar y la corrupción política, que es el rayo que no cesa. Ahora le toca el turno a un alcalde socialista de Orense y a otra docena de distinto color, detenidos por una trama de adjudicación irregular de obras; mi amigo Luciano se pregunta cómo quedaría el escalafón político, si fueran detenidos todos los que han adjudicado obras irregularmente. Ya en Hamlet se dice: “Tal como va el mundo, señor, ser honrado es ser elegido uno entre mil”. Han pasado unos siglos desde que se escribió esto, pero ya digo que todo vuelve por donde solía. Leo que en los últimos años se han multiplicado por cuatro los parados mayores de cincuenta y cinco años –en La Rioja por ocho-, lo cual hace sorprendente que se plantee alargar la vida laboral hasta los sesenta y siete años, lo que deberían hacer es enseñar a ese medio millón de parados a comer poco, aunque, como dijo el gitano: “¡Qué mala suerte! Ahora que había enseñado a no comer al burro, va y se me muere”.
Sí, en estos sanmateos ha habido de todo, bueno y malo. Entre lo primero, está la aparición de “El antropólogo zulú”, esa deliciosa y original columna que nos ha regalado Pío, en nuestro diarioLa Rioja, en estas fiestas mateas; entre lo segundo, encontramos ese afán por mezclar reivindicaciones y fiestas, que ha llevado a desfilar entre las carrozas a la plataforma por la escuela pública. A mí me gustaría que esta plataforma se preocupase por buscar la excelencia, a la hora de seleccionar al profesorado, y que apoyase a los aspirantes con más conocimientos y más capacidad de trabajo, es decir que apoyasen a las oposiciones libres; eso sí que supondría una mejora en la calidad de la enseñanza, como bien sabemos los que hemos pasado nuestra vida laboral en ella. Además, sería hacer efectiva la tan cacareada “igualdad de oportunidades”, que tanto echamos en falta en estos tiempos de amiguismo, asesores, blindajes de puestos públicos, conseguidos a dedo, caminos curvos de acceso al funcionariado, concursos de méritos en los que puede valer más un curso de tres al cuarto que otra titulación, etc. Conozco a un joven riojano-aragonés, número uno de su promoción en el Tecnológico de Lyon, seis idiomas, doctor en física de partículas, máster en Alemania, investigador en el C.E.R.N. de Ginebra, al que han ofrecido trabajo varios departamentos americanos, que quiso volver a España a trabajar y lo desechó, al ver la burocracia y la cantidad de papeles ridículos que tenía que presentar. Ha acabado en Zurich con su currículum y una simple entrevista. Si hubiera querido entrar aquí, en la enseñanza pública, creo que le hubiera resultado imposible: probablemente le haría falta algún cursillo indispensable, de esos que organizan los C.P.R.s o los sindicatos. ¡País!
“ALONSO CHÁVARRI”