Me ha llegado por correo electrónico una reflexión sobre la generación que ahora ronda los setenta años, modelo de hombres y mujeres trabajadores, capaces de ahorrar con sueldos escasos, ajenos a gastos innecesarios y con la ilusión de que sus hijos estudiasen una “carrera” universitaria. Expone el autor que esta generación ha creado la mayoría de las empresas existentes hoy en día en nuestro país, cometiendo un solo pecado: querer que sus hijos no trabajasen tanto como ellos y financiarles sus excesivos gastos; estos hijos, dice el autor, son los que han llevado al país a la situación actual de endeudamiento y crisis, y aventura que los pobres del futuro serán los hijos de estos hijos, que trabajarán para los chinos.

Es una teoría que tiene su punto de razón, pero en la viña del Padre sabemos que hay de todo, en las generaciones también, y no se puede generalizar, aunque el sabio refranero dice: “padre mercader, hijo caballero, nieto pordiosero”.

Esto me ha llevado a pensar en mi padre, ya fallecido, precursor de esa generación que trabajó, todo y más, por sus hijos y al que no me imagino alentándome a hacer huelga, en mi época de estudiante, como ahora hacen los padres dela CEAPA.Sihay algo que tenemos marcado a fuego, en la oculta retina de la memoria, los universitarios de los años setenta, es la voz de nuestro padre diciendo: “Tú, hijo, a estudiar, que es lo tuyo, y nada de ponerte a hacer huelga”. Y ¡anda que no hicimos huelgas los estudiantes dela Complutensemadrileña en aquellos últimos años del franquismo y primeros de la transición!; pero, aunque fuesen huelgas de reivindicaciones justísimas, las de entonces, siempre las hacíamos con un raro sentimiento de culpa por vulnerar las palabras de nuestros padres: “Nada de huelgas”.

Claro que aquellos padres eran los trabajadores, los de la generación que levantó España, los que ahorraron para sus hijos…los que querían que sus hijos estudiasen y no hicieran huelgas. Los padres de ahora, entre los que están los miembros dela CEAPA, no son los de aquella generación, sino más bien sus hijos, los que, según el autor de la teoría, expuesta más arriba, se endeudaron con hipotecas, préstamos y rehipotecas, hasta ayudar a banqueros y políticos a arruinar el país. Es cierto, no se debe generalizar, pero esta generación no tiene nada que ver con la de sus padres, la que te decía, cuando marchabas a la universidad: “Hijo estudia, que es lo tuyo, ¡y nada de huelgas!” Unos señores padres. Esperemos que el autor de esta teoría -Sánchez Salinero en una charla enla Casadel Libro- se equivoque y que los  nietos, que ahora hacen huelga, apoyados por sus padres, no sean los futuros pobres. Ni trabajen para los chinos.

                                                           “ALONSO CHÁVARRI”