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La plazuela perdida

PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES

         Hace casi cuarenta años que desaparecieron de nuestros ríos los cangrejos autóctonos; entonces pensamos que sería cuestión de poco tiempo el encontrar cura a aquella enfermedad, ¿de hongos?, pero cuarenta años después parece que no encuentran la forma de inocular la vacuna al cangrejo que llegó a llenar nuestros ríos riojanos.

         Hace veinte años, el riego sin control dejó algún río riojano en peligro de muerte; una noche, los riegos abusivos secaron el río Tirón, acabando con casi todos sus peces, de los que alguna especie no se ha vuelto a ver ni se la espera. Después, ocurrió un hecho insólito, que hizo disparar las alarmas de los ribereños –no sé si también las de los técnicos-, pues un tramo del río, vedado durante tres años, no consiguió recuperar un nivel mínimo de peces. La gente comenzó a preguntarse: ¿Se ha hecho algún seguimiento de este tramo vedado? ¿Por qué no viven los peces en estas aguas? ¿Hay excesiva contaminación? ¿Hay desidia o abandono? ¿Qué ocurre para que los peces, que llenaron las aguas durante siglos, no quieran o puedan vivir en ellas? Hay quien culpa de la escasez de peces a cierta nueva política, consistente en pescar los ejemplares grandes, con descargas eléctricas controladas, para que críen en piscifactorías, devolviendo luego alevines. Esta teoría me pareció tan disparatada y tan antinatural que me costó creerla, pero parece que es cierta y que la han llevado a cabo las autoridades en los ríos riojanos; y, si es así, no me extrañaría que tuviera que ver con la escasez de peces.

         Ahora, casi dejado el río por imposible, comienza a preocupar la disminución de las aves en algunos valles; y los rumores se disparan. Ya no son aquellos rumores descabellados, que culpaban a los ecologistas de lanzar extraños cohetes, adiestrar animales que echaban de su territorio a los autóctonos y otras actividades ridículas, sino que son rumores con sentido: unos dicen que los culpables son los venenos que echan en las plantaciones de verduras; otros echan la culpa a los nuevos herbicidas o venenos para los cereales… Sí, ya sabemos que esta agricultura preventiva, en la que se tratan las enfermedades antes de que lleguen, para regocijo de las multinacionales del sector, en la que se da una ensalada de venenos y herbicidas “por si acaso”, es un desastre para el medio ambiente, pero debería estar más controlada por las autoridades. Un amigo, con frutales en el valle del Iregua, me decía: “Si supieseis lo que echamos a los árboles, no probabais la fruta”; y me dijo una retahíla inacabable de insectos y similares contra los que se echaban productos.

         Hay que reconocer que es un tema delicado y sin solución fácil, pero esta no debe quedarse en limitar la actividad de cazadores y pescadores, que, como decía don Miguel Delibes, son de los más preocupados por el medio natural, especialmente los ribereños, a muchos de los cuales sólo se les permite pescar en su pueblo un día al año. Y, encima, ellos que pueden cualquier día, en domingo.

                                                                 “ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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