Existe polémica sobre la conveniencia o no, sobre la legalidad o no, de los llamados escraches, esa especie de seguimientos –algunos dicen acosos- a ciertos políticos, por parte de plataformas antidesahucio, o algo similar. Es cierto que no parece muy loable el presionar a personas, delante de sus familias, con gritos y pancartas, para que acepten reivindicaciones, pero veámoslo desde la otra óptica: ¿qué la queda por hacer a un ciudadano al que han dejado en paro, al que han reducido o quitado sus prestaciones por desempleo, y al que el banco –ese que ha sido rescatado con su dinero- pone en la calle, quedándose con su piso por impago y, encima, sin eximirle de la deuda? Una persona desesperada, que ve a su familia pasar penalidades y que no ve futuro para sus hijos, es normal que proteste ante los que considera causantes de su situación. Más, si observa que sus gobernantes, en vez de dar ejemplo y comenzar recortando por ellos mismos, hacen el “Tancredo” y se limitan a dejar pasar el tiempo, esperando que escampe, pero sin perder sus privilegios.
Se ha llegado a un punto en el que hay que dejar claro a los políticos que no es momento de cambiar la GranVía, de hacer la rotonda de Vara de Rey u otras inversiones públicas, sino de atender a los ciudadanos que lo necesitan; hay que dejarles claro que tienen que reformar la administración política del Estado, para ahorrar gastos, y, si no, es al propio Estado al que están poniendo en peligro. Ya no vale dar tiempo al tiempo, hacer el “Tancredo”, para que todo siga igual, porque ya no pueden seguir las cosas igual. Si nuestros gobernantes miraran por el bien de sus administrados, sería el momento de las dimisiones.
Debería comenzar abdicando el Rey y dejando en su lugar al Príncipe de Asturias, que no está bajo sospecha, o eso parece; deberían dimitir Rajoy y la mayoría de la plana mayor de su partido y su gobierno, dejando éste en manos de Soraya Sáenz, que, además de muy capaz y preparada, no está bajo sospecha, o eso parece; deberían dimitir Rubalcaba y buena parte de su comité federal, dejando la oposición en manos de alguien que parezca no estar bajo sospecha; deberían dimitir Totxo, Méndez… y así sucesivamente.
No nos sirven políticos imputados ni bajo sospecha; tampoco los que recortan a todos menos a los suyos; ni los que indultan a banqueros, políticos o kamikazes; ni los que ayudaron a arruinar a las Cajas de Ahorro; ni los mezclados con escándalos de ERES o de cursos o subvenciones europeas y nacionales; ni, ni, ni… Hacen falta políticos sin pasado, honestos y que no sean rehenes de banqueros europeos o de sus títeres. Así no existirían los escraches.
“ALONSO CHÁVARRI”