La LOMCEes una ley muy denostada, sobre todo por quienes no la han leído, ya sabemos que en este país se lee poco y, además, un buen porcentaje de los que leen no lo entienden, según el último informe Pisa, que nos coloca los últimos de la fila. ¿Por qué somos tan malos estudiantes? ¿Por qué un bachiller japonés o finlandés sabe más que un universitario español? Si lo supiese con certeza, no me quedaría más remedio que presentarme a las oposiciones a ministro de educación, que todo el mundo sabe que no existen, pero quizá debieran existir, aunque se me ocurren algunas causas del desastre educativo. La primera seríala LOGSE, aquella ley socialista que confundía calidad de la enseñanza con escolarización; creían que una escolarización obligatoria hasta los 16 años, con los psicopedagogos al frente, con los sindicatos educativos en tareas que les venían grandes y generalizando la concertación, haría de España el reino de la sabiduría, pero la realidad es terca y somos los últimos de la clase, a pesar de esos departamentos de orientación sobredimensionados, cuya principal misión práctica es dar trabajo a los tutores, en vez de ayudar, con psicología clínica, a los alumnos que lo necesiten, y a pesar de que los sindicatos se dediquen a dar cursos de formación, participar en baremos de oposición, en organizar interinidades o listas abiertas o…, en vez de luchar por la nómina del profesorado.

         Otra causa del mal resultado educativo creo que es la mala selección del profesorado. Ni a la izquierda ni a los sindicatos les han gustado nunca las oposiciones, que era la forma más justa de conseguir que accedieran al profesorado los más preparados y trabajadores, y las sustituyeron por unas pruebas descafeinadas, con peculiares baremos de méritos, en los que el acceso a la enseñanza es cuestión de suerte y de haber hecho muchos cursos de dudosa utilidad. La igualdad de oportunidades no es que tengan la misma probabilidad el preparado que el que no lo está, el trabajador que el que no trabaja, sino que los mejores consigan el puesto.

        La LOMCE, esa nueva ley que quiere imponer el PP, tiene luces y sombras; es cierto que arregla algunos desaguisados dela LOGSE–no sé por qué izquierda y sindicatos temen tanto a reválidas o similares, algunos hemos pasado cinco de estas pruebas, en nuestro período educativo, y no nos ha pasado nada, incluso sabemos hacer operaciones matemáticas y entendemos lo que leemos-, aunque algunas cosas de la ley no me gustan, como esa sensación de favorecer a la privada, es cierto que no tanto como el socialismo en su momento, que concertó todo, o el permitir cierta discrecionalidad a los directores, a la hora de seleccionar profesorado, discrecionalidad que suele acabar en enchufismo.

         A mí,la LOMCE, aunque es mejorable, no me parece tan mala. Lo que me parece impresentable es que gobierno y oposición no sean capaces de consensuar una ley educativa que sirva para dos décadas. Pero esa es otra historia…

                                                “ALONSO CHÁVARRI”