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La plazuela perdida

“GASTAR O NO GASTAR” Y EL PARTIDO X

 

         Gastar o no gastar, esa es la cuestión, como diría un Hamlet español de la actualidad, a quien Marcelo sigue diciendo que algo huele a podrido, pero ya no es en Dinamarca. Este dilema, de gastar o no gastar, lo tienen muchos españoles –otros no, otros querrían tenerlo, sobre todo los seis millones de parados, pero han de dejarlo para mejor ocasión porque, como decía el otro, de donde no hay no se puede sacar y además es imposible-, pero no acaban de encontrarle solución. Si gastan lo que tienen –gastar lo que no tienen podían hacerlo antes, cuando la banca estaba de verbena y todo eran ofertas de créditos, personales e hipotecarios, valorando los bienes muy por encima de su valor, mientras quienes debían controlar estas cosas hacían el don Tancredo, miraban para otra parte y no parecía importarles que la morosidad pudiera crecer, aunque mi amigo Silverio, que dirigía una sucursal bancaria, se asustaba porque la morosidad estaba en el 5 %, menos mal que se ha jubilado, porque su corazón no hubiera resistido el 13,6 % de mora a que nos han llevado los listos de esos tiempos verbeneros-, decía que, si gastan lo que tienen, se quedan sin nada y no es una situación apetecible, pero si no lo gastan y lo ahorran, baja el consumo, las empresas se resienten y los empleos corren todavía más peligro. Así que esa es la cuestión “gastar o no gastar”. Es el mismo dilema que el de la energía eléctrica –de la que seguimos con problemas para enterarnos, no sólo de qué se compone la factura sino de lo que consumimos, pues se resisten a mirar mensualmente los contadores y, ahora, ofertan pagar una cuota mensual y mirar el contador una vez al año, para regularizar el gasto, así se ahorran el sueldo de quien mira el contador-; si consumimos mucha electricidad, se nos va el sueldo en luz, ¡menudo precio tiene!, pero, si no consumimos, aumenta el déficit de tarifa, que casi nadie sabe lo que es, pero cuesta una pasta gansa, que acaban pagando los mismos que pagaron el rescate a las cajas de ahorro, o sea los de siempre: todos. Ya tenemos otro dilema a la vista.

         Claro que hay personas que no se plantean estos dilemas: los de las cuentas opacas en paraísos fiscales –esto de los paraísos fiscales es la vergüenza de occidente y da para muchas columnas-, los de los pelotazos urbanísticos, los de las comisiones y otras mordidas, los que se ponen sus propios sueldos y sus jubilaciones blindadas, los que… ¡Será por dinero!

         Esto no lo arregla Hamlet. Sólo lo podría arreglar alguna utopía, como la del Partido X. No, no voy a contar qué es el Partido X, del que tanto se habla en las redes. Bastante tengo con resolver mis dilemas. Tengo suerte de poder planteármelos. Por ahora.

                                                                     “ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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