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La plazuela perdida

SOMOS POBRES

 

Parece ser que somos pobres, de los más pobres de Europa, aunque, en realidad, siempre hemos sido pobres, por más que lo disimulásemos, pues, como canta la copla: “Como campana de palo / son las razones del pobre; / no las escucha ninguno, / aunque justicia le sobre.”

Si la patria del hombre es la niñez, me reconozco patriota de ese tiempo perdido, pero imposible de olvidar, en el que se forjan los sueños y los hombres. En aquel tiempo había pobres; eran pobres conocidos, pobres de profesión, pobres de pedir, que recorrían los pueblos del valle con su saco al hombro, pidiendo una limosna por amor de Dios, comían el chusco de pan, que les daba algún vecino, y bebían de un fondo de botella, para calentar su cuerpo con el alcohol del vino, antes de dormir en pajares abandonados y continuar su camino, despedidos por los amenazantes ladridos de los perros. Siempre me he preguntado por qué los perros ladraban a los pobres, pero no a los viajeros desconocidos. El tabernero lo decía con gracia: “Los perros conocen a los pobres porque ser pobre es lo último; tonto pase, pero  pobre…”  Eran los pobres oficiales; luego estaban los otros, los que no tenían dinero ni posibilidades de tenerlo, pero esos no eran pobres, eran personas humildes, que comían poco y mal en aquellos tiempos en que no había comedores sociales. Entonces no había informes de Cáritas ni dela O.C.D.E. –ni el dictador hubiera permitido que salieran a la luz- con posibilidad de abrir los ojos al electorado, pues no había elecciones, sólo aquel paripé de procuradores por el tercio familiar, que llenaba las Cortes de políticos con muchas ganas de aplaudir.

Con el paso del tiempo casi desaparecieron los pobres, los de pedir por ética y estética, los otros por la bonanza económica. Más tarde volvieron y, ahora, han aumentado mucho, no sé si por la crisis, por las políticas de austeridad, auspiciadas por no sé quienes, que martirizan a la población, o por las transferencias de ingresos desde las clases más débiles a las pudientes, de las que hablan los informes de Cáritas y de otras organizaciones. Sí, los pobres han vuelto con fuerza, con tanta fuerza que llevamos camino, una vez que se ha acabado con la clase media, de que sólo haya pudientes y pobres. Si los pobres consiguieran organizarse, su partido barrería en las elecciones; como no están organizados, en las próximas europeas barrerá la abstención. Y quedan millones de pobres para mucho tiempo, porque como decía Montesquieu: “Un hombre es pobre no ya cuando carece de todo, sino cuando no trabaja”. Y, si algo falta aquí, es trabajo. Les falta a casi cinco millones de españoles. Casi nada. Podremos decir que comenzamos a salir de la crisis cuando el paro baje de los cuatro millones. Nos quedan muchos años. Con muchos pobres.

                                                       “ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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