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La plazuela perdida

LA ESPAÑA DE LA DESIGUALDAD Y LA CORRUPCIÓN

 

         España es el país de la UniónEuropeadonde más ha crecido la desigualdad en el último año; ahora ocupa el segundo lugar en esa desagradable clasificación europea de desigualdad. Estos datos, que no han sido proporcionados por bolcheviques ni por grupos antisistema, sino por la O.N.G. Oxfam Intermón, hubieran pasado más desapercibidos si estuviéramos en época de bonanza económica, con pleno empleo y sueldos aceptables, pero que salgan a la luz en las penosas circunstancia económicas en que se encuentra buena parte de  la población, con un tercio de los niños en riesgo de pobreza y con un 20 % de paro, dicen claramente el desastre que han supuesto los últimos gobiernos españoles para la igualdad y la cohesión social. Oxfam Intermón afina más y dice que, una de las principales causas de esta desigualdad galopante, es “la captura del poder político por parte de las elites, que generan leyes hechas a medida de los intereses de unos pocos”. En realidad, no es ninguna novedad, ni siquiera hacía falta que nos lo dijeran, para saberlo, pues no hay más que ver a quién han hecho pagar los efectos de la crisis y dónde ha ido a parar el dinero de los rescates. Que las elites económicas capturen el poder político y gobiernen en su beneficio, puede entenderse, pero que las bases de los partidos gobernantes jaleen esas políticas, cuesta más entenderlo.

         Por todo esto, cuando se dice que la culpa de los desmanes que últimamente asolan el país –en el que la cueva de Alí Babá se ha quedado pequeña, porque los ladrones son muchos más de cuarenta y parecen seguir, al pie de la letra, el estribillo quevediano “Este mundo es juego de bazas, / que sólo el que roba triunfa y manda”,– es sólo de unos pocos corruptos y que la mayoría es gente honesta, se dice sólo una verdad a medias, porque todos esos militantes de base de los partidos, que han callado o han mirado hacia otra parte, ante los desmanes, o que han jaleado las políticas que hacen aumentar la desigualdad, son casi tan culpables como quienes lo han llevado a cabo. Se está tardando demasiado en acabar con todos esos corruptos, que hacen bueno el terceto de Quevedo:         “Sóbrale tanto cuanto falta a Roma, /           y nos puede ver, porque le vimos: /  lo que fue esconde; lo que usurpa asoma.”

         Que el uno por ciento de los más ricos de España tengan tanto como el setenta por ciento de los ciudadanos, según la misma O.N.G., es para tomar medidas fiscales, que eviten el aumento de estas diferencias. Si no lo han hecho los últimos gobiernos, ni parece que lo vayan a hacer ahora, tendrán que llegar otros, porque son datos, y realidades, que hieren la sensibilidad de las personas, socavan la dignidad humana y son contrarios a la doctrina cristiana y a cualquier ética civilizada.

                                                          “ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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