Sí, ya sé que es un título poco elegante y que tiene un pequeño punto de grosería, pero es lo más gráfico que se me ha ocurrido, además de que representa bastante bien la situación en que se encuentra el ciudadano ante los abusos de algunos poderes económicos. No puedo pensar en que haya una conspiración para ordeñar al ciudadano, hasta sacarle la última gota de leche, o sea de dinero, pero el abuso es tal, que no puedo olvidar las palabras de Rui Barbosa cuando dice: “Los abusos son todos compadres unos de otros y viven de la protección que mutuamente se prestan”.
Conocemos los abusos del Estado, aunque son más bien los gobiernos y los ayuntamientos quienes abusan con sus políticas de impuestos, que acaban llevándose, como ya se ha explicado alguna vez, de forma directa o indirecta, más de la mitad de los ingresos de la ciudadanía; aunque cabría la disculpa de que esta máquina ordeñadora emplea la leche en beneficio de los ordeñados, aunque quizá sea mucho suponer.
Hay otros abusos más preocupantes, como son los de las grandes corporaciones, porque no nos explicamos cómo se les permite, salvo que tenga algo que ver la interminable lista de políticos que acaban en los consejos de administración -sólo en las eléctricas, según El Mundo, había cuarenta y tres-. Si nos fijamos en la Banca, ya no se conforman con su negocio tradicional de prestar un par de puntos por encima de lo que abonan por los depósitos, sino que se han lanzado a cobrar comisiones casi por todo, hasta por ingresar -si usted hace un ingreso de cien euros y quiere que conste quien hace el ingreso, le cobrarán tres euros, sí quinientas pesetas del ala-. Han entrado en esa dinámica de querer ganar cada año más y se han empeñado en negocios de riesgo y dudosa rentabilidad, cuando no en asuntos como las preferentes, que han llevado a muchos al rescate, haciendo buenos los versos de Góngora: “Arroyo, ¿en qué ha de parar / tanto anhelar y subir? / Tú, por ser Guadalquivir; / Guadalquivir por ser mar; / Carrilejo, en acabar / sin caudales y sin nombres, / para ejemplo de los hombres.”
Hay ordeñadoras en las que se mezcla el ordeño público y el privado, como por ejemplo en la factura de la luz, que, por cierto, no hay quien la entienda -mi título de licenciado en Matemáticas no me alcanza para entenderla, se conoce que hace falta algún máster-; lo que sí entiendo es que he gastado energía por valor de 29,63 euros, pero la factura es de 64,72, o sea más del doble, porque he de pagar: alquiler de equipos, impuesto sobre electricidad, potencia, IVA, servicios y otros conceptos…Un abuso en el que participan todos. Y con más de cuarenta ex-políticos cobrando en los consejos de administración, según El Mundo.
De telefonía, TV e Internet mejor no hablamos, porque oyes anuncios de que por diez euros te dan un servicio, mientras te están cobrando cincuenta, o te viene a poner la fibra una subcontrata y te hace un desaguisado, que para poder usar el teléfono tienes que tener enchufado el ordenador, o te cobran un servicio que luego no te dan porque no se ponen de acuerdo en el precio con la operadora que compró los derechos, o… ;y no te queda más remedio que morir al palo, porque todos vienen a ser más o menos igual.
En fin, que sí, que nos ordeñan de forma infame; aunque ya decía Juvenal: “Qué importa la infamia si queda asegurado el dinero”.
“ALONSO CHÁVARRI”