La semana pasada hubo una marcha, para pedir el cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña, muy próxima a La Rioja; alguno puede pensar “ya están otra vez los ecologistas y antinucleares dando la lata”, y se equivocaría peligrosamente. Analicemos la vida de la central: fue construida en los años setenta, para que funcionase veinticinco años –recordemos que es la más antigua de España- con lo cual, es de suponer que las garantías de seguridad, en la construcción, cubrirían ese periodo de veinticinco años; luego, se prolongó su vida útil otros diez años más, si no me equivoco, y ahora, que llega el momento de su cierre definitivo, como prometió el presidente Zapatero, los propietarios vuelven a pedir otra prórroga de funcionamiento, estirando su vida útil como si fuera un chicle, pero los chicles, a fuerza de estirarlos, acaban rompiéndose. Las centrales también. Y si estalla Garoña, Dios y Zapatero nos libren, quien quede vivo ya puede pensar en abandonar La Rioja.
A mi no me gusta la energía nuclear, pero puedo aceptar que sea necesaria, esporádicamente, mientras se encuentra otra clase de energía con menos riesgos –en Francia tienen más de 50 reactores nucleares- lo que no se puede aceptar es lo que quieren hacer con Garoña; si hay que construir centrales nuevas, que se construyan, pero dejemos de jugar a la ruleta rusa –y nunca mejor dicho, si recordamos Chernobil- alargando los plazos de centrales nucleares construidas durante el franquismo; he leído en algún sitio que a Garoña la designan como “la central de las mil y una grietas”.
Zapatero debería cumplir su promesa y cerrar la central, aunque yo no veo muy claro que lo vaya a hacer. Es conocida la fortaleza del presidente al tomar algunas decisiones: bodas homosexuales, memoria histórica… incluso se atreve con la Iglesia –siempre en asuntos menores, en temas de financiación educativa o religiosa, no-, pero no me lo imagino llevando la contraria a bancos y eléctricas; por cierto, hace un mes me llamó de Iberdrola una chica con voz muy dulce, para explicarme la “ligera” reforma del recibo de la luz, y me encuentro, al llegar dicho recibo, con que la energía de día ha subido un 35% (de 10,22 a 13,80 el Kw) y la energía nocturna ha subido el 16,8%. ¡Cómo me voy a fiar de esta empresa, cuando me cuente lo segura que es su central de Garoña! Y si Zapatero permite a las eléctricas esta subida, cayendo en economía lo que está cayendo, olvidándose de crisis, IPC y demás, cómo va a ser capaz de mantener su promesa de cerrar la central. Lo dudo. Mejor rezamos.
“ALONSO CHÁVARRI”