Zapatero me ha bajado el sueldo. Su gobierno necesita dinero, porque ha malgastado mucho, y me baja un pico el sueldo. Es como esas madres, que se despistan encendiendo un cigarro, el niño pequeño corre hacia la calzada y arreglan su despiste dando dos tortas al niño. El presidente ha arreglado su incompetencia, en el manejo de la crisis, dando dos tortas a funcionarios y pensionistas. No sé si sabe que las tortas en el sueldo son rebajas para toda la vida laboral, por eso nadie se había atrevido a hacerlo antes, y hacen daño a quien las da, porque son tortas con memoria electoral. Podía haberse mirado en el espejo y darse los sopapos en su propia cara: suprimiendo subvenciones a partidos, empresarios y sindicatos, eliminando asesores, bajando los sueldos disparatados de algún dirigente de su partido, quitando esos ministerios de la cosa, eliminando las subvenciones a sus cómicos de guardia…, pero no, ha preferido abofetear a funcionarios y pensionistas, que le quedan más lejos. También podía haber dirigido el cachetazo a los culpables de la crisis: seguir la pista al dinero, a ese dinero malhecho en el desmadre previo y que está en algún sitio, aumentar ese ridículo impuesto de sociedades, del 1%, a las S.I.C.A.V., recuperar el impuesto que quitó, sobre el patrimonio, que pagaban sólo los ricos, o simplemente aumentar los impuestos; sin embargo, como no hay voluntad de hacer pagar a los que deben hacerlo, prefiere que paguen pensionistas y funcionarios.
Zapatero, en algunas cosas, me recuerda a Franco, sobre todo en ese respeto, en ese, casi, temor reverencial al dinero, que también tenía el general. El dictador comenzó con valentía, en el frente africano, defendiendo la bandera, y acabó aferrado al brazo incorrupto de Santa Teresa; Zapatero también empezó con valentía: hizo un feo a la bandera de E.E.U.U y sacó las tropas de Irak, y ha acabado obligado a aferrarse a los brazos de Obama y de Europa. Franco achacaba los males de España a la conspiración judeo-masónica, que no existió nunca, y Zapatero achaca la crisis, que antes, para él, nunca existió, a la conspiración de los especuladores. Le falta hacer la película sobre su vida, como hizo el dictador. Le pueden ayudar, de secundarios, sus cómicos de guardia; y los sindicatos, con el dinero que les da el Gobierno, que cada vez es más, pueden hacer algo parecido a las demostraciones folclórico-sindicales, que hacían los sindicatos verticales en el Bernabeu, que quedaría muy bien; y quizás podría salir alguno de sus cantantes acólitos, como salía Raphael, en la gala de Navidad, cuando decía aquello de “señooora, mi señooora”, pero cambiando el género, que eso ensalza mucho. Y podría tener similar título: “Zapatero, ese hombre”. Después podría retirarse a sus cuarteles de invierno. Y dejarnos tranquilos y sin sobresaltos. De una…vez.
“ALONSO CHÁVARRI”